Friday, June 22, 2012

Ode to: Victoria the Mad (In English and Spanish)


This following story was inspired by a woman who actually lived in Huancayo, Peru, in the 1960s thru the 1980s, a real person, whom roamed the streets and one day disappeared.  The author talked to several people who knew, and saw her, concerning her before writing the poem. The drawing was taken from a real photograph of her by the historical society of Huancayo, by the author.

English Version

Ode to:
Victoria the Mad
(A tribute)




And so it was Victoria the Mad who had long black-colored hair:
       a torn dark dress she wore, worn thin with hanging threads, a black cord for a belt…
—walking hastily here and there, often in the City’s square, the
       Plaza de Arms
Had become, a lost ewe—her thin young face wind-burnt, aged before her time.
       “Who’s that?”
       “Victoria the Mad” they’d say; a tin can in her hand, for: soup, coffee or a handout—
The joy that once lived in her face was long gone, she walked
       about as if she was deaf and dumb, with forward eyes
And a lifted head, delicate lips that seldom got fed.
It was as if the devil himself coiled his horns into her brain!
And those who saw her neither looked back nor  
       edged forward.
And this day as like many days, a child of ten ran by, she snatched at his
       sandwich, she offered no threat
“Oh please, oh please,” she begged meek as a ewe.
“You let her alone, you’ll get hurt,” the mother wailed at the 
       boy, “she’s mad!”
She thanked him, and her mind followed more quietly.
The little black haired boy, said gently to his mother, “Remember the good Samaritan?” 
She answered, “Her kind, work on your the kindness of others, oh yes,  
       remember that too!”
The friendly boy and his mother moved out of the
       Plaza de Arms, and Victoria like a hungry ewe ate her Food “Good-by, good-by,” she said as she kept northward,
       sniffing, talking to herself.
In the evening she found a hollow opening, under a bridge,
       it was summer, and the grass was warm.
She laughed and was glad, she undid a bundle of this and   
       that, and shared her bread with some mice and birds—Dividing it three ways, she kept the crust.
“I can even eat grass,” she told the birds “I’ve done it before,”  
       and they came close and stood by her, and she drank Water from the tin can she had, filled it from the creek  
       underneath the bridge.
“We have to go on,” she whispered, sobbing with fear
      as if talking to herself, or the birds.
  “Why do I have to be like this?” she mumbled.
A halved moon had arisen over the bridge, she touched her
       knotted hair, a mist from the nearby river came, up Stream.
She stared at the old stones that held the bridge together,
       she was restless, and heard noises, awaiting dawn.

In the morning—like so many mornings, little clouds drifted
       overhead, sunrise, she lifted her thin boned body up
And followed the stream very slowly, looking for garbage in
       canisters, nibbling on thrown away chicken bones, left, Sucking the bones dry; leaving her numberless footprints
       behind.
She made an inarticulate bird like cry, and the birds in a
       Eucalyptus tree, scrambled…they dashed over her head!
She eyed curiously a young man’s face, her parted lips
       cracked by the sun and wind…she was daydreaming!
A woman looked out her second storey apartment window
Said: “The poor thing,” and threw a piece of meat down to the
      dog, “there now,” she said, “find the food.”

Victoria lived in Huancayo, Peru for nearly thirty-years,
       and perhaps more, anxiously avoiding traveled roads, and hiding herself from people, now and then, and in later Years more often.
She became a toothless tramp, with grinding pang in her
       back,
Between agony and before exhaustion, one day, she within  
       her habitual habitats, simply up and
       vanished, disappeared…!


Note: This story was inspired by a woman who actually lived in Huancayo, Peru, in the 1960s thru the 1980s, a real person, whom roamed the streets and one day disappeared.  The author talked to several people who knew, and saw her, concerning her before writing the poem. The drawing was taken from a real photograph of her by the historical society of Huancayo, by the author.
                 
                      #3329 (4-22-2012)



Spanish Version

Oda a:
La Loca Victoria
(Un Tributo)


Y así fue que La Loca Victoria, quien  tenía cabellos largo y negro:
se había vuelto una oveja perdida,  su delgada cara joven quemada por el viento, envejeció antes de su tiempo.
      —Ella vestía un viejo vestido oscuro, desgarrado con tiras colgadas y un cordón negro por correa…
caminando precipitadamente de aquí para allá, a menudo en el parque de la ciudad, en la Plaza de Armas—
     “¿Quién es esa?”
     “La Loca Victoria” ellos decían; una lata en su mano, para sopa, café o para  una limosna.
La alegría que una vez hubo en su cara, había desaparecido hacía tiempo,
     ella caminaba alrededor como si fuera sorda y muda, con mirada hacia delante y una cabeza erguida, labios delicados que pocas veces era alimentado.
¡Era como si el mismo diablo hubiera enroscado sus cuernos en su cerebro!
Y aquellos que la vieron no volteaban la mirada ni tampoco
     se acercaban.
Y este día como muchos otros, un niño de diez años corrió por su lado,
     ella le arrebató su sándwich,  ella no era peligrosa.
“Oh, por favor, por favor” ella rogaba, mansa como una oveja.
“Tú déjala en paz, o serás lastimado” la madre le gritó al niño,
     “¡Ella está loca!”
Ella le agradeció a él, y su mente la siguió más silenciosamente.
El niñito de cabellos negros, dijo gentilmente a su madre,  “¿Te acuerdas del Buen Samaritano?”
Ella contestó, “Su clase, trabaja en la bondad de los de tu clase, o sí,
     recuerda eso también”
El amable niño y su madre se alejaron de la
     Plaza de Armas, y Victoria como una oveja hambrienta comió su comida, “adiós, adiós”, ella dijo mientras se dirigía hacia el norte,
     inhalando, hablando a si misma.
En la noche ella encontró un hueco, bajo un puente,
     era verano, y el pasto estaba tibio.
Ella rió, estaba feliz, ella deshizo un bulto de esto y
     aquello, y compartió su pan con algunos ratones y pájaros—dividiéndolo en tres partes, ella se quedó con la miga.
“Puedo incluso comer pasto”, ella le dijo a los pájaros, “Lo he hecho antes”,
     y ellos se acercaron y estuvieron cerca a ella,  y ella bebió el agua de la lata que tenía, llenada del riachuelo
     que pasaba debajo del puente.
“Tenemos que continuar” ella susurró, sollozando con temor
     como si hablando consigo misma, o con los pájaros.
“¿Por qué tengo que ser así?” ella musitó.
La media luna se había levantado sobre el puente, ella se agarró
     su cabello enredado, una neblina del río cercano llegó.
Ella miró fijamente a las viejas piedras que sostenían el puente,
     Ella estaba inquieta, y oía ruidos, aguardando el amanecer.

En la mañana—como otras tantas mañanas, nubecitas se movieron
     arriba, amaneció, ella levantó su esquelético cuerpo
y siguió al riachuelo muy lentamente, buscando basura en
     latas, mordisqueando huesos de pollo botados, dejados,  chupando los huesos y dejándolos secos; dejando sus innumerables huellas
     detrás.
Ella hizo un sonido como un llanto inarticulado de pájaro, y los pájaros en un
     árbol de eucalipto, revolotearon… ¡ellos volaron encima de su cabeza!
Ella curiosamente miró la cara de un joven, sus labios partidos
     por el sol y el viento… ¡ella estaba soñando despierta!
Una mujer miró por la ventana de su departamento en el segundo piso
Dijo: “pobrecita”, y tiró un trozo de carne abajo para el
     perro, “ahora allí” ella dijo, “encuentra la comida”.

Victoria vivió en Huancayo, Perú, por casi treinta años,
     y talvez más, ansiosamente evitando caminos concurridos, y escondiéndose
de la gente, de vez en cuando, y más frecuentemente en los últimos años.
Ella se convirtió en una vagabunda desdentada, con una espina sobre su
     espalda,
Entre agonía y antes del agotamiento, una día, ella dentro de
     habitual hábitat, repentinamente
     ¡se esfumó, desapareció…!


Nota: Esta historia fue inspirada por una mujer que realmente vivió en Huancayo, Perú, entre 1960 y 1980, una persona real, que deambulada por las calles y un día desapareció. Antes de escribir este poema, el autor conversó, acerca de ella, con varias personas que la conocieron y la vieron.  El dibujo fue hecho por el autor, de una fotografía de Victoria que se exhibía en la Municipalidad de Huancayo.   #3329 (22-Abril-2012)