English Version
Mariano’s Cross†
(A Testimony of Mariano Tapara)
Mariano Tapara, stood on main street (Huancavelica) 1938, he was twelve-years old. Spring would soon be here. He was now living with his uncle and aunt, an orphan by sad circumstances, and not treated well by his two relatives, but rather quite harshly.
As he looked toward an old dilapidated adobe house, through the window, appearing was a wooden cross, standing tall and lean was a male shape on the wooden cross, a sculpture like —no, he told himself, it’s a figure nailed on a wooden cross, with his hands stretched from side to side, he had seen the figure before, but it was seemingly different this time, more real. Resilient, he got back his composure, with his own shaky hardness, and stepped closer, he thought what is this, the figure seemed alive? He saw the initials, INRI, but couldn’t decipher them (it read: ‘King of the Jews’ this he would learn later). But for now, it was overwhelming; that and everything else.
He looked through the mud adobe window closer, pert near leaning on the window sill, old mud bricks made the square window thick, perhaps a hundred years old, with old beams sticking out here and there, silently for the most part, he just stood and stared, mouth and lips moisten with his tongue as he held his breath, feeling the warm breeze, then hearing a voice, he let his breath out, he shook his head humbly and smiled at the figure of the man, perhaps a little grimly, he heard the voice even louder now, but not quotable, or clear enough to understand every syllable, so he leaned inward, his head now inside the window: he let out a few mutterings, then said—his chest filled with tears and compressed tightly— “Lord, Lord, I’m so ignorant, just a poor kid, I know very little about anything, forgive me, because I really know who you are, have always known, but only now do I fully underhand,” and then the boy was lost for words, finding that the Lord Jesus Christ’s hand had left the cross, and was now settled on his right shoulder. A passer-by stood and stared and kneeled. After all, what was this, no less than a miracle?
Mariano stood in the dust of the day, he wanted to go inside the adobe house, but he now had to listen, Jesus was speaking, “Continue walking on this street, it will lead you to another location, follow the road to Huancayo, there you will make your home.”
And since that day, Mariano’s right shoulder has been red and sore; and ever since the day he walked into the of city Huancayo, Peru, he has lived a meaningful and full life in the city, raising a family, and the house was never empty of the Lord.
Perhaps if one is to look at this metaphorically, the Lord was saying: ‘As a reminder of our meeting, our connection, I’ll leave you with a sign.’ Whatever the case, Mariano has carried his cross, and he will to his death—he now is eighty-two years old (he sells yuyo, and chuño, with his wife, he has a stand with an umbrella on it for passer-bys, to stop and talk, eat and congregate— right outside my apartment, on the main street here in El Tambo, Huancayo, Peru).
No: 628 (Written in Huancayo, Peru, 11-28-2010)
A short story- based on actual events
Spanish Version
La Cruz de Mariano
(Un Testimonio de Mariano Tapara)
Mariano Tapara, se paró en la calle principal (en la ciudad de Huancavelica) en 1942, él tenía doce años de edad; el otoño pronto llegaría. Él ahora estaba viviendo con su tía y tío, era un huérfano debido a tristes circunstancias, y no era tratado muy bien por sus dos familiares, más bien duramente.
Mientras el miraba hacia una derruida casa de adobe, a través de la ventana, apareció una cruz de madera, con la figura de un hombre, parado y delgado, como una escultura. No, se dijo a sí mismo, no es una escultura, es Nuestro Señor Jesucristo; estaba con sus brazos extendidos de un extremo al otro; él había visto su imagen antes, pero esta vez aparentemente era diferente, era más real. Él recobró su compostura, y tembloroso se acercó más, él pensó: “¿Qué es esto? La imagen parece viva”. Él vio las iniciales INRI, pero no podía descifrar (más adelante él aprendería que significa “Rey de los Judíos”). Pero por ahora, esto era abrumador; eso y todo lo demás.
Él miró a través de la ventana de adobe, más de cerca, casi inclinándose sobre el alféizar de la ventana, los adobes hacían que la ventana fuera gruesa, la hacienda vieja, talvez tendría unos cien años, con vigas viejas saliéndose, había silencio mayormente. Mariano estaba parado y mirando fijamente, humedeciendo sus labios con su lengua mientras contenía su respiración, sintiendo la brisa tibia, luego oyó una voz, él dejó salir su respiración, y movió su cabeza tímidamente y sonrió a la figura del hombre, talvez un poco lúgubre, luego él oyó la voz incluso más fuerte ahora, pero ininteligible, o no suficientemente clara para entender cada sílaba, así él se inclinó hacia adentro, su cabeza ahora estaba dentro de la ventana, él soltó algunos murmullos, luego dijo—algo le oprimía el pecho y sus ojos estaban llenos de lágrimas— “Señor, oh Señor, perdóname, soy sólo un pobre niño ignorante, porque siempre he sabido Quién eres, siempre lo supe, pero sólo ahora lo entiendo completamente, de verdad”. Y luego el niño no tenía más palabras, dándose cuenta que un brazo de Nuestro Señor Jesucristo había dejado la cruz para ponerlo sobre su hombro derecho. Un transeúnte que pasaba por ahí se detuvo, miró fijamente y se arrodilló.
Después de todo, ¿qué fue esto, sino nada menos que un milagro?
Mariano parado en el polvoriento día, quería entrar en la casa de adobe, pero ahora oía a Jesús hablar “Continúa caminando por esta calle, ésta te llevará a otro lugar, sigue el camino a Huancayo, allí harás tu casa.”
Y desde aquel día, el hombro derecho de Mariano ha estado adolorido; y desde aquel día, el entró en la ciudad de Huancayo, Perú, y ha vivido una vida significante llena de vida en la ciudad, criando a una familia, y en su casa nunca faltó la presencia del Señor.
Talvez si uno mira a esto metafóricamente, el Señor estaba diciéndole: ‘Como recuerdo de nuestro encuentro, nuestra conexión, te dejaré con este signo’ Cualquiera sea el caso, Mariano ha llevado su cruz, y lo llevará hasta su muerte—ahora el tiene ochenta y dos años de edad (él y su esposa tienen unas bancas con su sombrilla cerca de mi departamento, en una de las calles principales, donde venden yuyo con chuño a los transeúntes que se detienen a comer, hablar y reunirse—aquí en El Tambo, Huancayo, Perú).
Nro: 628 (Escrito in Huancayo, Perú, 28 de noviembre del 2010)
Un cuento basado en eventos reales.