E l Profundo Sur
Una Novela Corta
By Dennis L. Siluk, Ed.D.
Translated by: Rosa Penaloza de Siluk
(Una historia del Sur, esclavitud, aparcería,
y los últimos días de la Guerra Civil)
Capítulo Uno
La Bolsa de Pescados
Josh Washington Jefferson (el Viejo Josh, para aquellos que lo conocían), caminaba con dificultad a través del descampado de las plantaciones de Jacob Smiley y Charles T. Hightower, de regreso del riachuelo Ganso; él vio a Silas y Jordon (sus dos hijos) ayudando en el sembrío primaveral de algodón en la plantación de Hightower. Él llevaba una bolsa de pescados en su hombro derecho, se había pasado toda la mañana pescando y en parte descansando por allí; volver a la plantación era una lenta, larga y dura caminata para el anciano, él prefería atravesar los campos en lugar de tomar la antigua carretera de tierra “Ozark”, que pasaba a través de cuatro plantaciones y más o menos veintisiete kilómetros hacia la ciudad de Ozark, habían muchos soldados confederados en ésta, y a veces algunos yanquis.
(Esta carretera, llamada “La Antigua Carretera Ozark” que lleva de las plantaciones de Hightower y Smiley, hacia Ozark, Alabama, es una carretera de 27 kilómetros; cuando se viaja por ésta, se pasa por el barrio de cabañas, que talvez está a unos de 6 kilómetros de distancia aproximadamente—en la misma ciudad)
El día anterior, Josh había oído a Amos Jackson (un tipo delgado, enjuto, nervudo, hablador, orejas grandes, siempre con sus camisas desabotonadas—como desordenadas, pareciendo muy grandes para él; con una frente amplia, canas esparcidas, cabellos negros suficiente como para cubrir partes de su cabeza que estaban empezando a volverse calvas) decir: que los Confederados, algunos del General Bragg, habían capturado a algunos negros que venían por esa carretera, de regreso al barrio de cabañas, a cinco kilómetros fuera de Ozark, y a veintitrés kilómetros del riachuelo Ganso, ellos fueron forzados a entrar en el Ejército Confederado—aún a estas alturas, o se enfrentarían a la pena de ahorcamiento. Así que Josh empezó temprano con su pesca, y estaba volviendo temprano para no enfrentarse con tales problemas, el riachuelo Ganso estaba como a tres kilómetros cruzando los campos, y talvez un poco más.
(Mientras Josh estaba en el riachuelo Ganso tratando de descansar y pescar—después de haber pescado lo que quería llevar—estaba pescando ahora con una cuerda atada alrededor de su tobillo, la que él aventaba al riachuelo con un gancho en ésta. Josh frecuentemente se quedaba dormido después, oyendo a los colibrís, mirando con su visión periférica a los gorriones negros en las ramas, o a los cucos lavándose sus alas en el agua del riachuelo, y a veces los cuervos que venían de los campos de algodón volaban en círculos—a él no le gustaban los pichones, ellos siempre excretaban encima suyo, ni los pájaros carpinteros que siempre lo mantenían despierto, pero de alguna forma, sólo estar allí con todos estos pájaros alrededor suyo era un beneficio psicológico, y hoy día ellos lo molestaban algo, “sí señor”, él dijo, “seguro que estaré satisfecho” les dijo al pájaro carpintero y al pichón que acababa de tirar una carga justo detrás de su cabeza, “estaré satisfecho de hacer algo grande que haga que ustedes se vayan, ustedes no me hacen ningún favor quedándose aquí. Ya no les tiraré piedras nunca más, esto es si llegamos a un acuerdo, de que ustedes dejen de hacer ruido y dejen de tirarme sus excrementos. Vine acá a pescar y a descansar, y tal vez tomar un poco del licor que prepara Granny Mae— ¡Cielos, váyanse todos ustedes perversos problemáticos!”).
Josh había bajado su bolsa de pescados para descansar un poquito—era notorio que había un pez grande en su bolsa; éste se hundió de cabeza dentro de la bolsa creando un bulto en el fondo y estirándose por encima de los otros peces, totalmente notable—Todd se dio cuenta de esto, y cuanto más miraba más quería esa vieja bolsa de pescados, y Silas, Jordon, Amos, Toby Brown, todos quienes estaban sembrando también notaron el bulto (Toby era un tipo corto de estatura, casi siempre con una pipa en sus manos, ojos redondos y brillantes, siempre entrecerrándolos como si estuviera pensando en algo malo o algo astuto, vellos notables en sus antebrazos y pecho, su hijo Todd se parecía a él, con uñas gruesas y largas, hombros huesudos y una mirada de molesto en su cara, nunca sonreía mucho), pero ambos Toby y su hijo Todd estaban mirando a Josh con más intensidad, ahora él estaba a unos escasos treinta metros de ellos.
Ela y su hija Emma Hightower estaban trayendo temprano el almuerzo a los trabajadores; y Franz, se acababa de unir a los Confederados, el hijo único de los Hightower se había ido ahora, y Charles T. Hightower había ido a Ozark para obtener provisiones.
Josh había mantenido su distancia, él no quería que Todd, Toby, o Amos se acercaran mucho a su pescado, y mantenía una amplia, y lo que él consideraba, segura distancia de ellos por temor a que intentaran quitarle su bagre. Pero él quería hablar con Toby sobre un tema que consideraba muy serio; así que él se acercó un poquito más hacia ellos.
La madre de Silas y Jordon (Silas el mayor de los dos hijos de Josh, tenía labios grandes y gruesos, era calvo como un tazón de sopa china, como su hermano Jordon, quien era dos años menor y también era calvo pero no tan notorio como el de Silas. Jordon tenía labios finos, dientes salidos similar a los de su madre, quien era una hermosa y menuda mujer, excepto por esos dientes, torcidos—grandes y voluminosos—. Silas también tenía ojos grandes y sobresalientes dentro de esa cabeza suya, que parecían como faroles de kerosén; Jordon tenía ojos y nariz pequeños; Silas tenía una nariz ancha que parecía aplastada, como si fuera difícil para él respirar. Silas era más el agricultor, como su papá, y Jordon era más como su mamá, el pensador, pero a ambos les gustaba igual su whisky de maíz), a quien llamaban Guisante Dulce, siendo su verdadero nombre: Rebecca Boston Jefferson, había abandonado a Josh años atrás, él había criado solo a sus dos hijos, se había casado cuando ella tenía catorce años de edad—déjame expresarlo de otra manera, era un matrimonio de hecho, pero, en la primera oportunidad que ella tuvo se había ido a Nueva Orleáns, encontró a un hombre, y lo último que se había oído de ella era que se encontraba entre Nueva Orleáns y Minnesota. Era difícil de seguirla, ya que ella nunca enviaba correspondencia a nadie y realmente nadie sabía por cierto dónde estaba. Pero oficialmente, ellos nunca se habían casado, sólo habían vivido extraoficialmente en la cabañita de Josh, detrás de la mansión de los Hightower, que estaba detrás del corral. Detrás de la chocita de Josh habían varias cabañas de esclavos, ahora mayormente vacías, excepto por la de Granny Mae Walsh, que era la primera cabaña después de la de Josh, y por otra, la última con alguien ocupándola, alguien que era bueno para nada, eso decían todos, y fue abandonado allí para morir, pero no moría por alguna razón, ellos lo llamaban el Fantasma…
((allá en los años más jóvenes de Shep Hightower—el padre de Charles Hightower—cuando se encontraba viajando por las regiones del occidente de Alabama, que estaba cubierto por los matorrales, generalmente conocido como área de caña o bambú, encontró a un joven, que casi no hablaba, talvez abandonado allí entre los olvidados, él lo llamó el Fantasma, no tenía nombre ni papeles de esclavo, nada, y él se lo llevó para que trabajara en su plantación, él estaba por efectos prácticos, lo que podrías llamar cortador de caña. Según Shep Hightower, tal gente era simplemente de los pantanos del sur)(Para ser franco, todos tienen una historia que contar, no mucha gente en Ozark, Alabama, conoce la historia del viejo Fantasma—pero para los registros—Charles Hightower sabía esto por supuesto, porque su padre Shep Hightower se lo dijo, lo que él pudo reunir de esto, Emma lo escuchó por casualidad y lo escribió en su diario, y ahora para la posteridad, tú, mi querido lector, pronto lo sabrás—todo esto pasó antes de la Guerra de 1812.
El Fantasma, del que nadie sabía su verdadero nombre, vivía en la última cabaña en la Plantación de Charles Hightower—cuando era un joven adolescente fornido, de quince o diecisiete años de edad, quién puede decirlo, él fue despojado de su familia. Los dos hombres que se robaron al muchacho negro, lo vendieron tres veces consecutivas, por quinientos dólares cada vez—excepto una vez, que fue por dos mil dólares, y se lo robaron nuevamente y lo entregaron a otro amigo, quien lo llevó vendado a un pantano, y allí tuvo su última mirada, las intenciones eran de matar al muchacho por temor a que él repentinamente dijera a las autoridades lo que ellos hacían; y ahora en los pantanos de Alabama él estaba fuera del alcance de sus perseguidores, aquella gente que lo había comprado pensaban que él se había escapado; sin embargo, estaban llanos a considerar que aquellos dos—aquellos llamados viajeros—tenían algo que ver con esto. Pero nada podía ser probado a menos que encontraran al negro, y eso, ellos no podían hacerlo, no ahora de cualquier forma, ya que aquellos dos hombres y su amigo dispararon al muchacho dos veces, una vez en los intestinos para causarle hemorragia interna, y la otra vez en la cabeza a pesar de estar vendado, ellos asumían que era un disparo mortal. Pero no lo era, ellos le dispararon la segunda vez cuando él estaba en movimiento y éste rozo su sien izquierda, ellos esperaban, por supuesto, ennegrecer su memoria para siempre y dejarlo morir en los pantanos, imaginaban que su cadáver alimentaría a muchas tortugas o a los bagres en las aguas pantanosas de Alabama. El muchacho recordaría por años, el sonido de las ranas y los largos días y noches en silencio esperando sólo la muerte.
Pero no puede negarse que sus suposiciones no eran correctas, él sobrevivió esos días difíciles, y recorrió los pantanos, viviendo como una rata de pantano, recuerdo que sus amigos fueron criaturas del pantano por cuatro años—más o menos. Cada riesgo tiene un propósito, supongo, y nadie podía entender cuál era éste, él vivió hasta tener más de cien años de edad)).
Toby miraba a Josh de cerca mientras él se acercaba lentamente hacia ellos, paso a paso, pulgada a pulgada, mientras ellos se encontraban en el campo algodonero; el arado primaveral había terminado y el terreno estaba un poco agrietado, cálido y seco, ya no hacía frío, y el Sr. Charles Terrance Hightower, el jefe y propietario de la plantación, pensó que el último día con temperaturas bajo cero había sido una semana atrás; las lluvias de invierno habían cesado y él sabía que las lluvias primaverales estaban a punto de empezar, o esperaba que lo harían ya que los cielos primaverales indicaban eso; una brisa suave llenaba el aire y había humedad en el suelo. Él no quería arriesgarse plantando muy pronto, o muy tarde, como en junio, abril estaría bien, ahora estaban a finales de marzo lo que era bueno. Y así todos estaban sembrando, más o menos, como a centímetro y medio dentro del suelo húmedo. Era generalmente esa profundidad y podías agregarle dos centímetros más, pero Hightower era como su padre y su abuelo, a él le gustaba plantar en la superficie al punto de ver sus semillas, talvez la forma de pensar de un anciano, pero era así como a él le gustaba, como había aprendido su oficio. Él le decía a sus amigos en la tienda de Hobby, donde Jordon Jefferson trabajaba de vez en cuando, cuando no se le necesitaba en la hacienda, él le diría a los hacendados nuevos, “el algodón no es tan fuerte, es mejor dejarlo plantado poco profundo” y sus amigos veteranos estarían de acuerdo con él, y él añadiría: “es un riesgo plantar el algodón demasiado profundo…” y los veteranos estarían de acuerdo con él otra vez. Ellos plantaban el algodón a un metro de distancia debido a que tenían mulas, además los recolectores de algodón necesitarían espacio para moverse.
Los Smiley y Elmer Barchans, quienes también se habían dedicado al cultivo de algodón, ya habían terminado con el arado de este año. Con tan temprano comienzo, ellos esperaban—como Hightower lo estaba—esperaban, tener suficiente tiempo caluroso, para completarla, de ser así, parecía bastante seguro asumir que ellos tendrían razón suficiente de pensar, o creer, que para el otoño producirían un fardo de algodón por acre, y eso era bueno.
El final de la Guerra Civil estaba cerca—a la vuelta de la esquina podríamos decir—y, casi todos alrededor de Ozark conocían esto, y ellos también sabían, que la producción a través del sistema de aparcería tendría que reemplazar a la esclavitud, lo que significaba, plantar el algodón en tierras arrendadas. Los Smiley así como los Hightower ya habían empezado con este sistema, dándole el cincuenta por ciento de la producción a los negros, sabiendo que si ellos no podían, de todas formas terminarían haciendo el trabajo de arado, preparación de la tierra, sembrado y recolectado de algodón ellos mismos, además después de ser contratados para trabajar para ellos, con un salario muy mínimo, ellos recuperarían el dinero de una forma u otra, era llamado el costo de vida (junto con el concepto de oferta y demanda). Por lo general, era un contrato de alquiler fijo, y ellos tenían que pagar por su vivienda, etc., así al final del mes (o la estación—dependiendo) cuando ellos recibían su pago, este no sería más diferente, es decir, no sería más diferente que la esclavitud en todo caso.
El sur estaba a punto de entrar en una era de reconstrucción. Hightower, como la mayoría de su clase, tenía la tierra pero poco dinero para los salarios, pero él todavía mantenía una supervisión estricta. El contrato básico de Josh decía: él podía arrendar un lote de terreno y quedarse con la cosecha entera; o, él podía trabajar la tierra y ganar un salario fijo, pero no quedarse con la cosecha; o, ellos podían repartirse en partes iguales la cosecha que él plantara y cosechara; Hightower dejó todas las opciones abiertas para él, pero su primera cosecha estaba basada en un salario fijo, y eso conllevaba ayudar a Hightower con su cosecha.
Y ahora Josh que había caminado tantos pasos hacia Toby, estaba cara a cara, casi hombro a hombro con él. Él ahora agarró la bolsa de pescados con sus dos manos. Silas y Jordon estaban sorprendidos de ver que su papá no había corrido a su cabaña para freír aquellos pescados, porque Ela y Emma estaban viniendo, y a él le gustaba esquivar el trabajo tanto como podía, pretendiendo ser un hombre viejo, que lo era, pero él era tan capaz y apto como Amos, quien tenía casi ochenta años. Pero si Josh se detuvo, era porque tenía una buena razón para hacerlo, de otra forma, él se hubiera dirigido directo a su cabaña, incluso sin echarles un vistazo. Él quería hablar con Toby acerca de una caja que el Sr. Hightower escondía en su dormitorio; él, unos días atrás, había visto dónde estaba escondida.
Josh le dijo a Toby en un susurro, a hurtadillas, que Hightower tenía una caja con monedas de oro en su dormitorio, debajo de una alfombra, bajo una tabla, y quería que él lo ayudara a hurtar ésta y dirigirse hacia el norte. Toby evitó hablar con él acerca de esto, trató de no escucharlo. Él no diría una palabra, no importa cuán persuasivo era Josh, sólo movió su cabeza: ¡no, no, no…! Vio a Emma y Ela acercarse más, y estaba asustado de que talvez ellas hubieran oído por casualidad los susurros de Josh, que era de dudarse. Toby trató de ser cortés, no enfadarse, pero lo estaba, incluso se zafó del brazo de Josh y le dio la espalda dirigiéndose a donde el burro y algo de heno estaban, el heno era de un color amarillo brillante y de medio metro de altura, había parches aquí y allá de tierra no cultivada.
Ashley Walsh, trabajaba para la familia Smiley—su cabello castaño estaba ligeramente despeinado, ella bostezó y trajo vida a aquellos ojos azules brillantes suyos y a sus labios rojo satinados; ella era una chica hermosa, esbelta, no como su mamá, se había dicho muchas veces en Ozark que era una pena que ella hubiera nacido de color (el Sr. Jacob Smiley, de 72 años de edad, nació en 1790, y su esposa Mirabel Smiley quien siempre se sentaba por la ventana mirando afuera a lo que sea, aparentemente tenía bigotes, y todos se burlaban, pero no delante de ella; a veces era difícil para los hijos de los Hightower, cuando jugaban con Clara y Dennis, los hijos de los Smiley, no reírse delante suyo, y los negros se reían a sus espaldas, y realmente no importaba si ella oía por casualidad porque todos pensaban que ellos siempre se reían por otra cosa, ya que ellos raramente prestaban atención a la gente blanca. La familia Smiley descendía de una antigua familia sureña, en Carolina del Norte, quienes vinieron de la parte alta del estado de Nueva York, allá por el año 1650 aproximadamente, y estaba involucrada con la producción de tabaco)(La familia Smiley vivía cerca de los Hightower y, como ellos, tenían una hacienda de casi 486 hectáreas); Ashley trabajaba para ellos más como una sirvienta que otra cosa, ella era la hija de la cocinera, Granny Mae Walsh, quien trabajaba para los Hightower, y ahora ella estaba sacando el pálido pasto amarillento cobrizo, éste crecía alto como mala hierba, esparcido en el campo y volvería a salir a principios del verano, y ella lo usaba, como todos los hogares lo usaban en esa área, para escobas, escobillones, en las chimeneas y para los pisos; éste era como las cerdas de una escoba, las puntas recortadas y ella tenía ahora un puñado.
Ashley a veces se escondía en los pastizales, sólo tenía catorce años de edad, y pasaba el tiempo con Silas, ella pensaba que nadie se daba cuenta de esto; así ellos estaban allí toda la noche, a veces, con una jarrita de whisky de maíz triturado preparado por Granny Mae, quien lo escondía en la cocina debajo de uno de los reposteros y lo vendía a Josh o a cualquiera en el barrio que quisiera y que tuviera medio dólar (Granny Mae tenía una destilería en algún lugar, nadie sabía dónde y me imagino que a nadie le importaba mientras ella les vendiera el licor). Silas a veces cogía el whisky que Josh tenía escondido debajo del porche y, con Ashley, tendrían una fiesta en los pastizales, realmente no importaba de quién lo obtendrían, pero Josh lo compraba de Mae de todas maneras.
Ashley nunca hablaba mucho, pero pensaba bastante, ella quería ir a Nueva Orleáns y decía que lo haría tan pronto como la Guerra Civil fuera ganada por los yanquis, y eso parecía muy pronto. Ella incluso se tiraba en el heno con Frank Hightower, ahora un soldado en el Ejército Confederado en algún lugar en Texas del que ella nunca había oído, y para ser honesto, creo que el ejército a ambos lados del cerco se olvidó de ese lugar; Frank sólo tenía diecisiete años de edad, ahora iba cerca a un año en el ejército y ya era sargento.
Cuando ella estaba con los Smiley nunca hizo saber a nadie sus planes, los únicos que lo sabían eran Frank y talvez los dos hijos de los Smiley: Dennis y Clara—Dennis era de su edad y pasaban la tarde juntos como lo hacía con Silas, pero talvez no tan seriamente, aparte de eso, ella no se atrevía a contarle a Silas (Silas tenía cerca de cuarenta años).
(Durante este tiempo, no había ningún perro más en la plantación de Smiley, o en ninguna plantación en esa área, sólo algunos perros salvajes atrás en el matorral, talvez uno de esos era la cría de Tabasco, el último perro—debería decir—sabueso que Jacob Smiley había tenido. Sin embargo, Dennis Smiley lo había tratado como si fuera su propio perro, y Jacob Smiley, su papá, solía llevarlo cuando iba de caza. Pasó un día (Jacob no sabía cómo pasó) en que Dennis y Ashley—de la misma edad, aproximadamente doce años en ese entonces—le ordenaron al sabueso esperar por el cubo de comida de los cerdos, mientras ellos corrían dentro de la casa para comer algo. Jacob sabía que a Dennis le gustaba Ashley, y lo dejó así mientras no se descontrolaran, además que no habían muchos niños con los que Dennis podría jugar. A Frank y a la hermana de Dennis: Clara, les gustaba acompañar a Ashley de vez en cuando, Emma nunca lo hizo, ella era más la compañera de su madre. De todas formas, el perro estaba esperando por el cubo de comida con los cerdos chillando, hambrientos, el muchacho y Ashley no habían alimentado a los cerdos como fueron instruidos, eran cerdos grandes, uno de trescientos dieciocho kilos, y Tabasco le ladraba a ese viejo cerdo grande y gordo, un perfecto perro conejero, qué sabueso era él, y muy bueno también, talvez más sabueso que perro, huesos fuertes y dientes como del tigre dientes de sable tenía, un sabueso como león, Jacob lo crió desde cachorro. Él llamó a su perro, pero como éste no venía le preguntó a Ashley, quien estaba comiendo pollo en la cocina, ¿Dónde está mi sabueso fuerte? Habiéndolo ya buscado afuera y dentro de la casa. Dennis fue a buscarlo, y ese cerdo grande había roto el cerco de madera—el trozo de madera medio plano entre los cinco tablones, jalaba al viejo Tabasco por el cuello, sus días de caza habían terminado. Sumergido en la mugre, el cerdo se aferraba a su pierna, jalándolo lejos de los otros cerdos, y Jacob miró a Dennis y Ashley, sabiendo que el muchacho obviamente no había alimentado a los cerdos; y, Ashley, ella no tenía ni el menor remordimiento por la acción del cerdo, para ella no era peor que torcerle el pescuezo a una gallina. Dennis estaba horrorizado, y el anciano Jacob Smiley hincó con un palo la barriga del cerdo, no para matarlo sino para llamar su atención, sin embargo éste, el cerdo al que llamaban Big Ben, no soltaba la pierna del sabueso).
Silas preguntaba mucho, sentía que la Guerra estaba llegando al final de su cuarto año y trataba de averiguar qué iba a hacer ella después que la guerra terminara. Ella era una muchachita bella, con ojos azules y piel caoba, y su pelo no era tan ensortijado como lo era de las otras negras, ellos decían que Granny se había acostado con el anciano Shep Hightower, el padre de Charles, quien había muerto aproximadamente una década atrás. Quién podría decirlo, nadie realmente lo sabía, sólo Dios y Granny. Pero Ashley tenía rasgos diferentes que indicaban que era más parecida a Frank que incluso Emma lo era, excepto por el pelo y el color de piel. Ella dormía bastante, por lo general parecía estar deprimida, o talvez malhumorada, irritada con el mundo entero por tener que soportar Ozark, Alabama y su zona algodonera, el cautiverio en el que estaba y tomar órdenes porque había nacido en la esclavitud.
Josh había hablado varias veces con Toby acerca de salir de Alabama, y no podía entender por qué Toby no quería. Y allí ellos estaban, mirándose uno al otro, mientras que Ela y Emma se acercaba al lugar paso a paso; ellos ahora podían ver claramente sus complexiones enteras. Todd se acercó más a la bolsa de pescados, mientras que Josh la bajaba y dejaba a su costado y seguía a Toby unos cuantos pasos más para convencerlo de robar las monedas de oro e irse con él al norte, a ese territorio frío, conocido como el Oeste Medio, talvez Minnesota. Ashley permanecía en silencio.
“A mi modo de ver, a veces pienso que el Viejo Diablo entró en ti de alguna manera hermano; tú tienes que arriesgarte a menos que quieras estar bajo el talón del hombre blanco toda tu vida” dijo Josh.
“Talvez tú no estés satisfecho Josh, si ese es el caso entonces haz lo que tengas que hacer, pero no me metas en tus planes. Terminaré viviendo en Alabama toda mi vida, o casi toda mi vida, mi hijo vive aquí, y tendremos algo de dinero cuando llegue el tiempo de la cosecha, tenemos algo de comida, tabaco para masticar y la libertad en camino”. Entonces Josh miró a Ashley, y, Toby dijo rápidamente, “Josh, tú sabes que ella es demasiado joven para hacer lo que estás pensando”.
“Ya,” Josh dijo a Toby, “Supongo que ella es demasiado joven, pero no demasiado joven para otras cosas”.
“¿Qué insinúas diciendo eso papá? dijo Silas.
“Ella no ha madurado todavía, pero yo sé que entra a los pastizales en las noches, porque tú no llegas a la casa hasta la madrugada a veces. Ella no parece una mujer todavía, no tiene nada para mover hacia arriba y abajo cuando camina, pero seguro que es suficientemente bonita”. Ashley miró largamente a Josh, era talvez la primera vez que alguien decía que era bonita. Todos sólo querían poseerla, como poseyeron a su madre. Además, ella estaba escuchando lo que Josh le estaba diciendo a Toby, sólo que no podía oírlo todo, y no podía armar el rompecabezas— ¡todavía!
“Si hubiera sabido que ibas a estar así papá, no le hubiera hecho venir a Ashley hasta aquí para ayudarnos hoy”.
Josh se estaba enfadando, él no quería hablar acerca de Ashley, u otra cosa, él había venido para hablar sobre cómo obtener esas monedas de oro que una noche, la semana atrás, vio contar al Sr. Hightower en su dormitorio. Josh había acabado de poner un nuevo espejo en la pared del cuarto de Emma, y cuando bajaba las escaleras del segundo piso ya saliendo, él se había detenido un momento, sólo un momento, cuando escuchó movimientos en uno de los dormitorios, y allí estaba Charles contando sus monedas de oro, uno por uno: “uno, dos… diez… veinte… treinta…” y un tablón en el piso estaba levantado.
“Bien,” dijo Josh (cansado de escuchar y preocupado), “supongo que tengo que ir a ordeñar las vacas”, y cuando iba a recoger su bolsa de pescados, ésta no estaba, y Todd estaba corriendo a velocidad suicida, cruzando el campo más rápido que una liebre cuando un sabueso la persigue. Los ojos grises de Josh miraron con ira a Toby (su cara estaba más caliente que dentro de una letrina bajo el calor del sol del mediodía), “si hubiera sabido que Toby iba a ser así, no hubiera dejado mi pescado” luego miró a Silas y dijo, “por cierto ella es muy bonita” refiriéndose a Ashley.
Capítulo Dos
Las Invenciones de Josh
Josh había vuelto a su choza, por una vez sentado en su silla en el porche, una silla mecedora, cogió una jarra de su whisky de maíz que Granny Mae había preparado, pensaba… (él frecuentemente le preguntaba a Granny cómo hacía el tan llamado Relámpago Blanco, o whisky de maíz triturado, o luz de luna,—todos el mismo, o comúnmente conocido como whisky ilícitamente destilado—; ella evadía por supuesto, y decía, esto es, las pocas veces que estaba dispuesta a explicar, decía: “exactamente no lo sé, es sólo algo que a veces lo hago yo misma, y la receta salió de mi mente, pero si quieres saber, es algo así: agua, paciencia, maíz machacado, cascar los granos, poner a fermentar, tapar herméticamente, más paciencia, luego usar una funda de almohada para colar, y así obtienes lo que a todos ustedes les gusta beber) y después de pensar, Josh tomó un trago largo y profundo, no hizo ademán de interrumpir, tomó un segundo trago del whisky de maíz, luego olfateó el corcho de la botella, lleno de espíritus, llevó a su boca un puñado de pan de maíz hecho en casa por Minnie (Granny), se recostó en esa vieja silla mecedora de madera, en la parte sombreada de su débilmente iluminado porche, y continúo pensando, “Eso es un montón de dinero para robar”, se decía, y entonces pensó en lo que podría gastar, estaba casi listo para subir las escaleras por si solo y hacer lo necesario para conseguir esas monedas de oro, y mentalmente se encontraba—en una especie de ensueño—subiendo por la estrecha escalera y encontrando aquellas monedas en el ahora polvoriento y brumoso cuarto, él tenía una media docena en sus manos…(él se había quedado medio dormido por un momento, pero ahora ya se había despertado totalmente).
Josh era alto y de contextura gruesa, tenía ojos profundos, hundidos, frente amplia, manos grandes, mandíbula cuadrada, un buen peso para su tamaño y algo más para sus viejos huesos como hierro. Lo que Josh quería era que Toby entrara a hurtadillas en la casa, porque era ligero al caminar, no era una persona grande y sería menos notable, y Josh, sería el vigía; así ellos obtendrían las monedas de oro y él se dirigiría al norte, hasta Minnesota, donde vivía su cuñado, Abraham Boston, quien tenía un pequeño negocio. Su cuñado había venido algunos años atrás y había tratado de convencerlo de escaparse con él a Minnesota, o talvez comprar a Hightower su libertad, pero Josh no quiso, él no podía dejar a sus hijos; Abraham había venido en un caballo pinto, estuvo toda la noche, se embriagó, durmió en el porche y a la mañana siguiente se fue montado en su caballo. Él era un buen hombre, más de lo que se podría decir de su hermana: Guisante Dulce, la ex-esposa de Josh. Josh no estaba seguro por qué vino hasta Alabama para tratar de persuadirlo de ir con él al Norte, talvez porque se sentía obligado siendo el hermano mayor de Guisante Dulce, y ya estaba anciano y estaba tratando de arreglar las cosas con el Señor antes de morir, pero él no había muerto todavía, o al menos Josh no tenía noticias de que hubiera muerto.
Josh pensaba que hoy era un buen día para robar las monedas de oro porque Hightower estaba en Ozark, probablemente en el bar local, tomando unos tragos con algunos de sus amigos: Otis Fargo, el barman y dueño del bar “Drop Inn”, y talvez J.R. Ritt, el dueño del banco en Ozark estaría también allí,
((La familia Ritt se remontaba a los finales de 1770, hasta Hank Ritt, el primer banquero en Ozark, y la propietaria y abogada, Mary Ritt, quien murió misteriosamente envenenada inmediatamente después de la Guerra Civil, John R. Ritt entonces se convirtió en el dueño absoluto del banco, conocido como J. R. Ritt) (De hecho, la historia de los Hightower y de los Ritt se remonta bastante lejos. El primer Hightower conocido, Myron Shep Charles Hightower vino a América en el año 1650 después de Cristo y fundó una plantación completamente nueva en Virginia, mientras los asentamientos ocupaban las tierras indias, trajo con él a veinte ingleses y compró cuarenta esclavos a lo largo del camino, para hacer una cosa y sólo una cosa: crear una nueva empresa, algunos kilómetros fuera de Jamestown, respaldada por ricos patrocinadores financieros privados, quienes eran banqueros en Inglaterra, capitalistas, y producir tanto tabaco posible, para revenderlos a la gente inglesa.
En la mansión de la plantación de Charles Terrence Hightower, subiendo al segundo piso, hay una pintura que muestra a Myron Hightower, colgada muy alto en la pared, a lo largo de las escaleras—siendo el primer Hightower que vino a Norteamérica y tuvo un hijo, Eugene Shep Hightower, de quien su retrato está al lado de Myron, y siguiente a Charles Shep Hightower quien nació en 1734 y murió en 1800. El retrato de Charles Terrence Hightower, nacido en 1789, también está en la misma pared, él luchó en la Guerra de 1812, y la de su hijo Frank con su decorado uniforme completo de Confederado, fue recientemente colgado en la pared junto con los otros)),
y Yancy Yankcavick el dueño de las caballerizas (un nativo de Nebraska) frecuentaba ese grupo. Si uno quería tener una visión amplia de las cosas, todos los que tomaban juntos con J.R. Ritt o Hightower—el tan llamado Grupo Ozark, excepto por Yancy—eran sureños; era una vergüenza para algunos miembros de las familias en Ozark que él no tuviera ningún registro de antepasados, en ninguna de las grandes batallas de la Guerra Civil o antes, una especie de punto irritado para el resurgimiento del sureño reaccionario de la clase baja rural, aquellos llamados sureños de los bajos fondos, a quienes no les importaba la tierra de por si; pero Yancy se mantenía alejado de la política. Hightower y J.R. hubieran visto con gran impotencia cualquier disturbio entre los dos ejércitos, ahora vestidos de armadura, ya que dejarían a sus descendientes, despojados de todo pero no de su tierra, y a los negros viviendo en la tierra que continuarían haciendo casi lo mismo, y así lo estarían hasta el próximo siglo. Y Miles Hobby (un hombre bajo, cabellos rojizos, de casi cincuenta años de edad, fibroso y falto de coordinación, de linaje irlandés, delgado como un frijol) estaba generalmente con Hightower cuando iba a sus juergas, por eso él estaría probablemente con ese grupo; Hobby era el dueño de la principal tienda de comestibles (y botica, todo en uno) donde Jordon trabajaba de vez en cuando, cuando no se le necesitaba en la hacienda, permitiendo obtener a Hightower el 20% de descuento en sus provisiones; Jordon dormía en un catre en un cuarto atrás de la tienda, y servía para dos propósitos: vigilante de noche y una suerte de conserje durante el día, un factótum completo—podrías decir.
(Ozark era un pueblo un poco lento, pausado, la gente generalmente no corría por la plaza, sólo deambulada dentro y fuera de las tiendas y del colegio de color rojo y blanco—al final del pueblo—del bar y del establo, del banco y del palacio de justicia, tomaba su tiempo para todo, no había otro apuro que acabar con la guerra, no había mucho para comprar, y poco dinero para comprar, si en absoluto—excepto por el aullido de los perros y el ruido en los establos en las noches, y las cosas del bar, nada para ver afuera de los límites de la ciudad, sólo algodón, y a los recolectores de algodón; pero para algunos, como J.R. Ritt, Hightower, y los negros, había lo que llamaban poco claro si no exigente, optimismo sobre el horizonte, todos esperaban.
En lo que respecta a Josh—por lo general—él nunca había deseado más en su vida que el final de la guerra, esto representaba su libertad. Pero él tenía una ligera aversión, tal vez más como un temor, en cómo iba a tratar esto cuando se volviera realidad, una mano llena de monedas de oro aligerarían el temor que él sentía; él era analfabeto, como lo eran sus hijos, pero Ashley, de alguna forma, había aprendido los conocimientos de Clara y Dennis, una insignificancia de todas formas, pero su futuro se veía brillante debido a esto).
Josh le había dicho a todos que necesitaba ir a ordeñar las vacas, pero realmente no, él quería ir a pensar, ideas frescas y nuevas sobre esas piezas de oro; luego, el deseo de escaparse de Alabama, y talvez hablar con Molly Benton; pero eran esas piezas de oro brillantes y relucientes las que estaban en su mente (Molly y Josh tenían alguna historia, ella era una suerte de enfermera y cuando Josh se enfermó unas cuantas veces en el pasado, ella había ido a atenderlo, y tan pronto como él se recuperaba, la seguía como una mula en celo); de cualquier manera, Molly vivía por el Riachuelo Ganso. Bueno, al fin y al cabo, él quería esas piezas de oro y estaba empeñado en conseguirlas. Y a pesar de que él realmente no quería dejar a sus hijos, él sabía que si tomaba esas piezas de oro, él tendría que dejarlos y esto lo molestaba un poco, y como que desequilibraba su humor; él sería forzado a salir, y esto es lo que él sentía que necesitaba, ser forzado a dejar Alabama de una vez por todas, de otra forma él nunca podría. Y ahora Ashley se había filtrado en las cavidades de su mente.
Capítulo Tres
El Rayo y la Rueda
Josh estaba murmurando sin darse cuenta que nadie le hablaba, él estaba arreglando un rayo en una vieja carreta, una que Charles Hightower le había dado, una de las varillas que se extendía del centro del buje, donde se conecta el eje al cubo, estaba hendido; él tenía una raedera (un objeto de la forma de cuchillo), una herramienta hecha para eso, para darle forma a la varilla, que se usaba también para arreglar sillas, etc., él mayormente hablaba solo, pero ahora estaba más interesado en Ashley, pensando y recordando, qué bonita era ella, qué agradable era su aroma, su forma rítmica de caminar, ella subía y bajaba sus senos de niña en su vestido sin mangas, similar a pijamas. Pero él también recordaba la terrible experiencia por la que ella tuvo que pasar algunos años atrás, en 1862, cuando ella sólo tenía once años de edad.
“Ashley va a caerse sobre Josh”, dijo Toby parado detrás de Ashley, “si no retrocedes un poquito”.
Silas, Jordon y Toby (Todd estaba ahora en el porche a unos cuantos metros, esperando por ellos) todos ellos estaban al costado de Josh mirando a Ashley que miraba a Josh, ella se mostraba más interesada en Josh, quien estaba sentado en una banca, por la carreta, al costado de su cabaña (Ashley había oído por casualidad a Josh decirle a Toby sobre las monedas de oro y estaba interesada en saber más sobre el tema, talvez era su escape de Alabama).
“Tú estás propensa a romperte el lomo Ashley, si no te mueves de detrás de mi papá” dijo Silas.
La entera rueda de metal (el enchapado alrededor de la rueda, en vez de caucho), que Josh había intentado martillarla a su lugar, estaba ahora a punto de colapsar. El marco de madera estaba aún más podrido que los rayos. Para ser sincero, todos miraban a Josh un poco raro, excepto Ashley, pensando que la apariencia de la rueda no parecía nada mejor debido a sus arreglos. Ahora Ashley Walsh se había acercado aún más cerca de Josh, ella estaba ahora dentro de su alcance, y dentro de una distancia para susurrar si de verdad ella necesitaba hacerlo y escuchar, ella era más audaz del que todos creían, la gente había pensado que la violación que había tomado lugar en 1862 la había silenciado (es decir, la presunta violación), y talvez lo hizo, pero ahora estaba superándolo. Josh se volvió, miró a sus partes desiguales, desde la punta de su cabeza a sus pies.
“¿Qué hacen todos ustedes ahí sólo parados y mirándome?” él preguntó.
Toby se rió, sus encías superiores eran rojas como fuego, desmuelado, “veo que evadiste arreglar esa condenada llanta, te tomó dos años”, y rió, Amos detrás de él no rió, él era un tipo más serio.
Ashley cogió un trozo de paja de la esquina de su cabaña, la puso en su boca pero nunca desvió su miraba de Josh Jefferson, y Silas nunca las retiró de ella.
“¿Qué quieren todos ahora?” dijo Josh.
“¿Qué te pasa papá? Sólo vinimos a saludarte y tomar algo de ese whisky de maíz que tienes escondido en el porche, y ya hemos terminado nuestro trabajo en el campo hoy. Y Ashley, ella está sólo alborotando”.
“Ve a buscarlo entonces”, dijo Josh, él tenía otras cosas en su mente.
Granny Mae Walsh (nació alrededor de 1790, era la cocinera de la familia Hightower, hubo un tiempo en que a ella le gustaba Josh, años atrás, y supongo que consideró a Ashley como una amenaza, a pesar de que ella realmente no lo era, Josh nunca tuvo nada que ver con ella sólo comer su sémola con huevos, y si tenía suerte, en las tardes, si los Hightower no estaban, comería pollo frito y arroz con frejol caupi, y compraría su whisky; ella vino de Nueva Orleáns, traída a Ozark, Alabama en 1800) estaba escondida detrás de un grupo de pequeños pinos, más en la parte de los matorrales, pero éste la cubría y ella se mezclaba entre los troncos y cortezas mientras se arrodillaba descansando en sus talones, y hojas como agujas la hincaban aquí y allá. Ella tenía unas feas orejas, y nadie se fijó seriamente en ella, o quiso casarse con ella, ella fue una mujer soltera toda su vida; aquellas orejas—aquellas graciosas orejas deformadas desde su nacimiento—una vez vistas, nunca serían olvidadas. Ambas orejas que eran caídas, como alas torcidas que casi tocaban el lado superior de sus pómulos, pudieron haber sido corregidas con cirugía, pero nadie en la plantación tomó interés en sus necesidades cosméticas, y ahora ella estaba vieja, era mayor que Josh por diez años, y Josh estaba por cumplir sesenta.
La gente pensaba que era gracioso que ella podría escuchar algo con esas orejas, a veces ella tenía que sostener atrás esas orejas caídas para poder escuchar apropiadamente las instrucciones de Ela para la cena, fingiendo que estaba sudando y moviendo sus manos lentamente de su nariz hacia atrás sobre esas caídas orejas como de elefante.
“Creo…”, Mae se dijo entre dientes detrás de esos pinos, mirando a Ashley y cómo fastidiaba a Josh, “…que ella quiere ir algún día a Nueva Orleáns, y piensa que Josh tiene algún tesoro escondido. Ella no es como yo, porque yo pienso más en estabilidad, manteniendo un trabajo, comiendo y durmiendo bien, nada de dormir en esos campos de algodón toda la noche entre en los pastizales y todo. El Señor no acepta tal falta de seriedad”.
“La gente me ha hablado sobre el oro, que dicen tú sabes dónde está escondido Josh, quiero conseguir algo de eso contigo, si lo compartes conmigo” Ashley le dijo a Josh.
“¿De qué gente estás hablando?” preguntó Josh.
“No sé exactamente cuánta gente, sólo tú supongo—la verdad, te oí decirlo hoy cuando hablabas con Toby”.
Toby, Todd, Silas y Jordon ahora estaban en el porche bebiendo, ellos habían encontrado el whisky de maíz escondido de Josh.
Josh se secó la frente, él podía sentir el viento fresco en su cara, que bajaba hasta su ombligo y luego a sus pies.
“Acabo de oírte por casualidad y estuve pensando, por qué no yo, si Toby no quiere ayudarte en nada, yo lo haré” dijo Ashley, preguntando, “¿algo malo con tu estómago Josh?” (Josh estaba pensando que ella era como una vendedora locuaz).
“No, pero creo que ahora sí hay algo…van a necesitarte aquí en las haciendas para el plantado de primavera”, él dijo.
“Josh, a mi me parece que estás harto de la vida en la plantación, y yo quiero irme antes de llegar a hartarme como tú, porque no quiero envejecer como tú permaneciendo toda mi vida en esta tierra, sabiendo que estoy harta y no hago ni una cosa sobre esto. Sé que Dios hizo la tierra, y la gente como tú y Hightower, Silas y los Smiley, no van a irse nunca, por eso tengo que pensar, hacer mis planes por mí misma, si en absoluto voy a hacer algo en esta vida”.
Josh se puso a pensar en que Silas sentía que tenía una esposa a la mano, pero no lo tenía, y si ella está pensando en ir a Nueva Orleáns, tal vez ella era más lista del que todos le daban crédito, ‘si señor, ella se irá antes que el verano comience, más rápido que los cuervos de invierno’, Josh pensaba mientras ella se inclinaba sobre él, casi encima suyo.
“Entonces ¿piensas que Dios hizo un lugar para ti en Nueva Orleáns, niña?”
“Bueno, tú dijiste que soy bonita, y que te gusto, y tal vez le guste a alguien allá en Nueva Orleáns que diga que soy bonita como tú dices; también le gusto a Silas, aunque no tenga las cosas que se supone una mujer tiene, tú aún piensas que soy bonita, entonces tengo la oportunidad de hacer algo de mí, más que una esposa cansada aquí recogiendo bolas del tallo, llamadas bolas de algodón, esta no es vida para una mujer guapa como yo, ¿verdad Josh? Y aquellos muchachos blancos que me violaron algunos años atrás, ¡a ellos también les gustaba! Y oí que Nueva Orleáns es un buen lugar”, ella dijo. “Toda esa gente allá es sólo como nosotros, excepto que ellos son ricos, pero eso me da lo mismo, hoy en día me gustan todos; y ¿por qué no puedo ser rica? Si ellos pueden, yo puedo. Por eso allí es dónde iré tan pronto como pueda. Sé que puedo encontrar un lugar para dormir, aún si tengo que dormir en la parte trasera de una tienda como tu hijo Jordon lo hace—allá en Ozark— ¿no es eso lo que tengo que hacer, Josh?”
(Josh alternaba mentalmente entre lujuria y culpa, estos pensamientos ocupaban toda su mente por el momento...luego él los alejó como si fueran flores marchitas—)
Josh hizo aparecer un bocado grande de tabaco y saliva, escupió entre la mala hierba (con la cabeza inclinada limpió su garganta, Ashley estaba a su lado, él no podía ver a nadie más, pero podía oír sus pies deslizándose hacia él, sabía lo que ella quería con él) y empezó a pensar justo en lo que pasó allá en 1862, con la señorita Ashley Walsh (quien en apariencia era más blanca que negra—una mulata—es decir: uno de sus padres evidentemente fue blanco y el otro negro, una mezcla étnica igual de cierto, una generación de abolengo negro en su origen. Tenía once años de edad entonces, cuando unos muchachos blancos la atacaron y asaltaron, alguien dijo la violaron (tomaron a la fuerza) y ella dijo que fue violada pero que no estaba segura de quién fue, quién la asaltó, la atacó, en total insegura de quiénes eran los violadores, pero el rumor decía que eran aquellos dos jóvenes Ritts, y había más de un presunto violador.
De todos modos, nadie reivindicó la violación, ninguno de esos muchachos de Ozark, nadie quería aceptar hacerlo a una negra aún cuando lo hubieran hecho, eso dijo Tom Banister; y Ashley no era realmente muy negra, era más bonita que la mayoría de chicas blancas.
Tom Banister, el supervisor de la Oficina de Correos de la ciudad, sugirió que pensáramos sobre esto, si de verdad era necesario o si de verdad merecía reflexionar, ya que él realmente no lo creía necesario, pero todos lo hicimos.
Luego una voz dijo; “Partamos a casa, tuve suficiente, no vamos a ningún lado sino insultarnos unos a otros”.
Y Tom Banister fue a su casa y se pegó un tiro en la cabeza.
“Ashley, veo a tu mamá”, Josh dijo repentinamente, sin saber lo que pasaba, como si acabara de bajar de las nubes (Ashley había puesto su pie fuertemente contra el suyo, que él no podía moverlo en ninguna dirección, su muslo contra su muslo, que lo hizo alzar la vista) “ella está detrás de esos pinos, allá, preparándose para caer en su cara, si se inclina más adelante”. Luego Josh vaciló, miró a Ashley, una mirada larga, una mirada cuidadosa, su cabello era largo y cepillado alrededor de sus orejas, ella lucía bien, como un angelito negro disfrazado—cubriéndose aquellos pequeños cuernos suyos, él pensó. Luego añadió a su afirmación anterior, “Talvez Dios planea que tú vayas a esa ciudad pecadora, tú pareces saber más sobre ella que yo. Aunque, vas a ridiculizar a Silas, él está pensando que quieres casarte con él”.
“Y ¿tú que piensas?” ella preguntó a Josh.
Él respiró hondo antes de contestar; sintió una humedad fría sobre su frente y en sus manos habían manchas de transpiración empezando a salir de sus poros, “tú eres la chica más bonita en estos alrededores—tú sabes”, él comentó.
“Sí señor”, ella contestó, “mamá dice eso también—que soy la chica más bonita, así que creo que lo soy”, ella respondió casi justificándose.
Josh estaba sorprendido de los pensamientos que corrían por su mente y no podía sacarlos, ponerlos debajo de esa carreta de buey en frente suyo, como le hubiera gustado hacerlo. Él sabía muy bien que debía alejarse de Ashley—no porque estaba asustado de ella, sino más bien, porque quería ocuparse de sus propios asuntos, como normalmente lo hacía.
“¿Qué harías tú Josh, si fuéramos de la misma edad?” ella preguntó.
Él sabía sin duda, lo que ella quería decir con eso; esquivó su mirada y miró hacia los árboles de pino en la distancia.
“¿Alguna vez has pensado en esto?” ella comentó—sin tono.
Él determinadamente no contestó, ni movió su cabeza, porque él realmente no lo había hecho, no hasta ahora. (Él empezó a pensar: ‘antes ella casi no hablaba, y ahora está hablando tanto como un subastador en medio de un remate, lentamente tratando de conducirme a su camino, y sus palabras son tan dulces como un pastel de calabaza’.)
“Tú lo has pensado, sé que lo has hecho” dijo Ashley, “¿cierto?”
Él simplemente fingió que no la oía, y ella decía una y otra vez, “He pensando en ello, oh sí, he pensando en ello”.
“Es por eso que no voy con el Sr. Hightower a Nueva Orleáns por más de veinte años; la última vez que estuvimos allí, terminé con una prostituta que me robó todo el dinero que tenía, me puso una pastilla en mi whisky y me enfermé, y al día siguiente terminé sentado en el parque, amarillo como los pastizales que hay aquí. Se suponía que el dinero era para comprar algunas herramientas para la hacienda, y todo lo que obtuve fue un dolor de cabeza y una revolcada en el heno que no puedo recordar exactamente todos los detalles, tú sabes lo que quiero decir, y el señor Hightower, él terminó diciéndome que si alguna vez lo hago de nuevo, él me golpearía a muerte; Dios podrá enfurecerse, pero Él está allá arriba y Hightower está acá, y además no estoy seguro si últimamente Él está contento conmigo. Él sólo deja que piense sobre esto todo el tiempo, como para recordarlo”.
“Silas”, dijo Toby, “mira a Ashley alborotando a tu papá; estoy seguro que ella está detrás de algo. Sólo Dios sabe qué. Me pregunto si ella oyó por casualidad a tu papá”.
“Oír por casualidad, ¿qué?” preguntó Jordon (Amos miraba a Josh y Ashley de una manera solemne y grave)
“Nada, sólo de querer ir hacia el norte, a Minnesota, o algún lugar allí del que nunca oí—llamado ‘Ojos de Cerdo’…él siempre está hablando de esa manera”.
“Si papá no hubiera firmado ese contrato de aparcería con Hightower, pensaría que se estaría yendo muy pronto”, dijo Jordon, “pero él lo hizo”.
“Papá no va a dejar esta plantación, él sólo habla por hablar, él está aquí desde 1813, cuando sólo tenía diez años de edad, él vino con su madre del Congo en un barco de esclavos llamado ‘El Monje’, su papá había sido matado por un gran gorila blanco, y todo lo que mi papá recuerda son aquellos tambores y nativos bailando alrededor de la aldea y la sofocación en el hueco de ese barco que tenía como quinientos nativos; todo era muy asfixiante, gente de todas las edades y sexos, niños, mujeres, hombres, ancianos, etc. etc. todos ellos vinieron sobre la cubierta como un enjambre de abejas, y él estaba con su madre, eso es lo que él recuerda; él la admiraba y estaba orgulloso de tener a alguien, pero cómo se metieron en este lío, él no podía entenderlo. Él dijo que tiraron a unos cuantos por la borda porque estaban votando espuma por la boca, y durante una tormenta, él y su madre, fueron separados uno del otro en Nueva Orleáns, alrededor de la calle Bourbon. El señor Hightower, que entonces sólo tenía veintitrés años, terminó encontrando al niño que estaba dando vueltas alrededor, él se llamaba Zam, y se lo llevó a Ozark—le dio un nuevo nombre: Josh Washington Jefferson, y él ha estado aquí desde entonces, y él no va a marcharse, él no ha estado en otro sitio sólo en esta plantación, en el barrio de cabañas o en Ozark, y en ese Congo, y unos cuantos viajes a Nueva Orleáns, y una vez medio camino por el río Mississippi hacia San Luís, con un capitán Sam y su esposa, y Hightower junto con su chica, en un bote de popa con rueda (similar a una casa flotante, talvez con un casco de diez metros de largo, tres metros y medio de ancho de cubierta) que acabó chocando con una roca y cuando se hundía, recuerdo que el capitán Sam B. sabiendo que su esposa estaba bajo la cubierta, alborotado como un gato asustado, pensando que ella se iba a ahogar, ya que la cabina de abajo estaba inundada, él, loco como un perro con rabia, cogió una hacha, y con un primer poderoso gran golpe, él cortó aquella madera podrida—similar a un pájaro carpintero cortando a través de las hojas de un árbol—y terminó partiendo la cabeza de su esposa como una bellota ya que ella estaba durmiendo en la parte superior del camarote, eso allá en los años cuarenta y cuatro aproximadamente. Y él no se va a ir a otro lugar sino directamente acá a esta plantación de aquí, o a la carrera de sapos en el barrio de cabañas, este domingo.”
Jordon continuó: “El capitán Sam B. miró a papá y dijo, ‘…tú mapache, es mejor que no digas ni una sola sílaba’ y papá sabía lo qué él quería decir, y lo vio en sus ojos, es decir: que se callara, y por eso papá cerró la boca, y él se escapó del barco y corrió a la orilla y continuó caminando, como un viejo gato asustado de muerte, o como un perro con rabia—y nadie escuchó hablar de él de nuevo”.
“Parece que Sam cálculo mal” dijo Toby.
“Mi papá dice que no siempre fue malo, sólo en ese entonces”, dijo Jordon, luego añadió (volviendo al otro tema)…
“Mi papá me dijo muchas veces, especialmente cuando la guerra estalló algunos años atrás, que no tenía sentido partir, tratar de escaparse de la hacienda y morir de hambre en el intento o peleando por los Confederados y ser matado, no tenía ningún sentido; él dijo que nunca te pagaban en el Ejército Confederado, y si lo hacían, podías contar un mes de salario en una mano en billetes confederados del Banco Georgia que era bueno sólo en Georgia. Mas, ninguno de esos soldados tenía tabaco en polvo, y a mi, me gusta el tabaco y el rapé o tabaco en polvo…tú sabes lo que quiero decir”, dijo Jordon.
“Silas tiene uno de esos sapos gordos”, dijo Josh, “un sapo marrón, feo como las orejas de tu madre, y él va a hacerlo correr en la carrera de sapos este domingo, y si tú quieres hablar más acerca de ese oro, y de otras cosas, y talvez ir a la carrera de sapos, ven esta noche a tomar un poco de whisky y hablaremos. Pero sé que a ti no te gusta hablar”.
“Josh, ¿todavía tienes ese agudo dolor en tu vientre?” preguntó Ashley.
“Sabes, creo que no vas a tener ningún problema en Nueva Orleáns, en absoluto. Tú tienes una poderosa sonrisita, y una forma correcta de hablar, supongo que por ahora has estado guardando toda esa conversación, para cuando tengas algo de que hablar, algo que valga”.
“Veo que me has estado prestando atención Josh, supongo que no necesito todas aquellas cosas que las mujeres necesitan, ¿cierto?” preguntó Ashley.
Aparte de lo que dijiste, no puedo ver ninguna diferencia entre tu forma de ser con las de aquellas chicas en Nueva Orleáns. Excepto que tú eres un montón más joven y más bonita; eres exactamente como las otras mujeres, te gustan las cosas bonitas, vestidos y toda esa clase de cosas; y la vida en esta plantación, y Ozark, es como un callejón sin salida; y el barrio de cabañas, la única cosa que tenemos allí son esas carreras de caballos en ‘Leastways Downs’, y sólo es un tramo recto (un trozo de tierra angosta hecha al filo del barrio, más allá de los bosques) excepto por la carrera de sapos de vez en cuando.
Capítulo Cuatro
La Carne de Granny Mae
Josh no levantó la mirada, por temor a delatarse él mismo a aquellos mirándolo desde el porche, él simulaba estar perdiendo el tiempo con ese cortador de cuerdas. La vieja cocinera salió cojeando de detrás de esos pinos, con un puñado de esas pajas sueltas, como si iba a usarlos más tarde en la chimenea en su cabaña, o como si iba a llevarlos al Fantasma, quien vivía en la última cabaña de la fila de chozas, detrás de la de Josh; pero sólo fingía.
Ella zapateó, como un toro bravo, mientras se acercaba a Josh. El pastizal y la arena suelta en el patio hicieron levantar polvo a su alrededor. “Aquí tienes una carga para tu chimenea de esta noche Josh”, ella soltó las ramitas en frente suyo, casi cerca a sus pies. Exhalando profundamente ella hizo caso omiso de la gente en el porche, misteriosamente no notándolos— o al menos sin importarle si ellos se daban cuenta de ella. “Entonces, ¿en qué piensas mamá?” preguntó Ashley.
“¿Qué cotorrean todos ustedes? ¿Por qué pierden el tiempo alrededor de este viejo gruñón comiendo molleja, él no puede hacer nada por ustedes? dijo Mae.
El polvo era perceptible en la plataforma de madera del pequeño porche de madera sin forma de la cabaña de Josh, polvo que venía de los campos, de los algodonales; si se observaba, se hubiera notado que las lluvias tempestuosas lo habían incluso endurecido algo a corteza, y a los costados del porche había mala hierba hasta las rodillas, ésta cubría la estructura entera de la cabaña—todo alrededor de ésta, desatendido por quién sabe cuánto tiempo.
Todd—desde la esquina del porche—miraba a la defensiva, quería ver si Josh estaba molesto con él por coger su pescado y correr detrás de la casa de los Smiley y cocinarlos en un asador, justo en el acto, y guardar uno para su papá, y nada para nadie más; sin embargo, si Josh estaba molesto, él estaba a varios metros lejos y su mente estaba en otra cosa, y ahora Todd estaba medio borracho con whisky de maíz.
“Bien”, dijo Mae, “¿qué consideras hacer con este viejo gallo?” Tal vez vas a llevarlo contigo a Nueva Orleáns y hacer alarde de él a toda la gente extravagante allí, ¡mostrarles lo que conseguiste!” Y ella se rió tanto que tenía que agarrarse su barriga. Luego sacudió su cabeza repetidamente, a la derecha y a la izquierda, diciendo al mismo tiempo, “si no hay algo que has hecho…” y miró severamente a Ashley, parecía estupefacta, casi impotente y rendida, “…hay algo más”. “Declaro que ustedes van a causar mi muerte, nunca voy a tener tranquilidad de espíritu hasta el día en que muera”. Entonces ella empezó a caminar en medios círculos retorciendo sus manos, tratando de pensar en algo más que decir, o hacer.
Ela, quien había estado parada detrás de una ventana todo este tiempo mirando a lo que pasaba afuera de su sala, estaba inmóvil, la noche se acercaba y el viento empezaba a levantarse, el crepúsculo cercano era fresco; ella había estado algo enferma, tal vez más deprimida debido a que Charles continuamente se iba desde que la guerra había empezado, bebía bastante en Ozark, y Frank, era ahora un soldado, así ella siempre estaba nerviosa por ambos.
“Algún día mama”, dijo Ashley, “voy a tener dinero, mucho dinero, y no te voy a dar un céntimo”.
“¿Por qué dices eso?” preguntó Mae, “¡he sido una buena madre para ti!”.
Ella se había detenido por un momento, luego empezó a caminar de nuevo en ese medio círculo, luego dijo sin pensar, “¡qué demonios voy a hacer…!” deteniéndose abruptamente, como si para decir, “…contigo…” pero no dijo, ella no dijo ni una palabra más, ella vio que Ashley tenía algo que decir, por eso se calló abruptamente mientras Ashley decía unas últimas palabras de mortificación, para añadir a su previa afirmación dura: “Puedes irte al infierno por lo que a mí respecta” dijo, “y cuando sea rica ¡nunca más voy a vestir estas ropas viejas sin estilo!”
Con una sonrisa de incredulidad y simulando se iba a limpiar el sudor de su frente, Granny Mae movió sus manos hacia atrás, empujando aquellas orejas como de elefante, y dijo, “di eso de nuevo”.
“Ya terminé diciéndote lo que dije, y lo que quiero, y no lo voy a decir de nuevo”, dijo Ashley.
“¡Por Dios, nunca antes había oído a mi hija contestarme así, antes que te metieras de alguna forma en esto Josh!”
“Tú nunca vas a dejar que me acerque a alguien mamá; tú crees que tengo que guardarme para alguien especial, y nunca voy a encontrar a nadie especial por acá, o en Ozark”, dijo Ashley mirando muy cansada a su madre.
“¡Eso es porque a ti no te gusta el aspecto de nadie más que Silas!”, ella dijo.
“¿Cómo sabes eso?” respondió Ashley.
“Bueno, él es el único prestándote atención, ¿no?”
“Te apuesto a que él no sabe lo que yo sé”, dijo Ashley.
“Te apuesto a que yo sé”, dijo Josh, y Ashley rió.
“¡Cielos!, de que hablan todos ustedes”, exclamó Mae.
“¡Déjame en paz!” Ashley le dijo.
“No he hecho nada para que no lo estés”, dijo Mae. Parecía que Mae había sido sorprendida por el comportamiento de Ashley. Ella no actuaba tímidamente como lo había hecho toda su vida. Mae aparentemente fue a agarrar a Ashley por la muñeca, pero Ashley esquivó y se fue fuera de su alcance. Luego volvió hacia Mae, exactamente como lo había hecho antes, valientemente parada en frente de ella, como si no estuviera asustada, pero por supuesto si lo estaba; el vestido de Ashley ondeaba un poco como plumas sueltas.
(Josh estaba pensando: él nunca había visto antes a dos personas armar un escándalo tan gracioso, para él, ellas sólo estaban actuando como dos gallos, uno joven y el otro viejo, que querían pelear pero no sabían cómo empezar, como consecuencia, ellos sólo batían sus alas bruscamente, tratando de molestar uno al otro. Pero él esperaba que Mae no moviera sus codos o sus puños ya que ella era tan fuerte como dos mujeres de su tamaño, y cuando iba a hacerlo, Ashley salió cruzando el patio. Ashley parecía un poco asustada, casi fuera de sus juicios, cuando vio a Mae moviéndose de un lado a otro como un toro, pero ella se mantenía firme).
Y luego hubo un largo silencio, nadie dijo una palabra, “bueno, todo lo que tengo que decir”, indicó Mae, “es una pena que Dios no te haya dado estas mis orejas en vez de mi (mirando a Ashley, y viendo qué bonita era ella). Una mujer, luciendo como yo lo hago con estas orejas, no consigue nada serio. Una mujer no es buena para nada sólo para tener bebés y cocinar, y recolectar algodón sólo trabajando para un hombre, y no hay ningún hombre, que alguna vez yo haya visto, al que le hubiera gustado casarse conmigo, con estas orejas. A los hombres no se les nota tanto la cara, como se nos nota a las mujeres, de ningún modo”.
“Mamá, estoy cansada de vivir en una casucha, como la que tenemos, sin un mueble decente en todo el lugar, estoy harta de vivir así, como lo hacemos”, dijo Ashley, mirando sin interés a su madre; sus manos sueltas a sus costados tratando de poner una débil, pero suave sonrisa, “creo que nunca te lo dije, y ahora es el mejor momento de todos para decírtelo”. (Y luego ella se dijo, a sí misma, contemplando al robo que habría: que era un acto puro de Dios, que la oportunidad de su vida había llegado a ella, de robar las monedas de oro y empezar una vida nueva, y la guerra ya estaba llegando a un final repentino, y nadie, en ningún lugar, ni en ningún momento, la pondría bajo unos látigos o cadenas—por hacer esto, no en este último momento. Si ahora ella no sabía lo que iba a hacer, ella entendía muy bien, que había mucha gente pobre en el mundo, en su mundo, muchos de ellos, y ella no era la única, y ellos no podían hacer nada, pero ella estaba cansada de ser uno de esos—muchos).
“Tú talvez no creas esto de mi mamá, pero estoy aprendiendo rápido la manera de los hombres, ya los conozco por un tiempo, y sólo estoy aprendiendo mejor lo que tengo que hacer para volverme rica, y la forma rica de vivir me convendría muy bien. Y dependerá de mí el probar que puedo complacer a su naturaleza, y creo que puedo. Sólo seré joven una vez y por un corto tiempo. Es por eso que sé lo que tengo que hacer. Estoy hablando sobre eso ahora. Por eso no voy a escucharte, porque tú no tienes sensatez, tú vas a continuar poniéndote en ridículo como lo has hecho todos estos años cuando bien pudiste haberte escapado conmigo, y llevado a cualquier otro lugar. Ni siquiera puedo comprar un centavo de caramelo en la tienda de Hobby. Voy a hacer exactamente lo que quiero hacer”.
“No me odies por ser como soy querida”, Mae lloró, Mae suplicó, volteándose a su costado, mirando a su vieja choza por casa, mientras lloraba a lágrima viva. “Yo sé que quieres obtener las mejores cosas de la vida, y espero que lo hagas, pero…” y Mae extenuada, sólo se calló.
Pero Josh y Ashley estaban indiferentes hacia las necesidades de entendimiento de Granny Mae, o compasión, más allá de aquella casi final declaración. No había necesidad de eso en su vida, él sólo era como ella—no era diferente a la mayoría de esclavos, oprimidos con la servidumbre, y él no tenía más derechos o libertades, ni podía determinar el curso de sus acciones o su forma de vida, sólo como los otros esclavos. Y ahora ella estaba vieja, y esa única cosa que Josh y ella sabían era cultivar la tierra; eso era todo lo que ellos sabían. Hubo apenas un momento en su vida, durante las pasadas tres o cuatro décadas, que ellos habían pensado en la libertad, ahora esto se acercaba a la realidad—al alcance de la mano—pero ellos estaban viejos, y Ashley trataba de descubrir alguna forma por la que ella podría asegurar una bonita forma de vida, más allá que cultivar algodón para alguien, era su tiempo y ella lo sabía. Y por lo que Ashley podía deducir, sus tiempos se acercaban a un final, ellos hicieron lo mejor que pudieron—ellos eran dos sobrevivientes—. Y esto decía algo.
Varias personas blancas se habían parado frente a la casa de la plantación de los Hightower, Charles estaba con ellos. Ellos estaban a varios metros de distancia de la cabaña de Josh, cuando dejaron de reír, miraron hacia los negros sentados en el porche de Josh, disminuyeron su caminar un poco antes de entrar a la mansión, quietos.
Uno de ellos les gritó, “¡Qué hacen ustedes negros!”, pero nadie le contestó. Ellos sólo continuaron bebiendo, y Jordon tocando el banjo, y Josh escuchando a Ashley, y a su mamá.
“Dije hola, Josh”. Esta vez era el señor Hobby, de la tienda de abarrotes, y ahora él estaba haciendo señas insistentemente—moviendo sus manos para atrás y adelante en un lento gesto—, y Josh se volvió, movió sus manos de la misma manera, pero éste era un tirón rápido, y sólo uno, como si para decir, “Ya, ya, ya te vi…y qué”.
“¿Oíste sobre aquel negro que el Sheriff Parker terminó dejando libre ayer en Ozark, Josh? Ese condenado, cobarde, gringo renegón, hijo de serpiente—Sheriff…” recalcó Amos. (Amos, una vez que lo irritabas, realmente se enojaba—una vez que lo irritabas y continuaba, él podía ser como una descarga de relámpago y un largo y resonante trueno de blasfemias, se le comparaba con el jinete de una mula de la Guerra Civil—el Sheriff no era mucho mejor, pero el Viejo Amos era mejor en esto, a pesar de que él raras veces usaba este vocabulario indigente con Josh, él era demasiado grande y podía aplastarlo si quería. Que no se diga que no era un hombre piadoso, porque él era eso también; pero una vez en apuros él perdía su compostura, ecuanimidad, autocontrol; el mensaje tácito en todo esto, era desde luego: que él tenía dos lados, talvez ambos restringidos fuertemente hasta que el último fuera ejercido).
“No, no oímos nada sobre eso, yo ni mis muchachos”, y Josh mirando a Jordon, “¿Por qué, qué oyeron todos ustedes?”
“Él era inocente, calculo— ¡algo así!”
“¿Yo qué tengo que ver?”, preguntó Josh.
“El anciano juez Rosenboum, ¡él dijo eso!”
“¿Cuánto tiempo estaba en la cárcel, antes que dijera eso?” preguntó Ashley.
“Supongo que cumplió cinco años…”, dijo Amos.
“¿Por qué estaba cumpliendo condena?”, preguntó Ashley.
“Por violación, y tuvo tres juicios antes que lo condenaran, pero había duda, por eso el juez—ese condenado juez—le concedió a él, el beneficio de la duda y lo sentenció a cinco en vez de trece años. Ellos dicen que él no tiene amigos y terminó escribiendo al Gobernador, y el Gobernador no le prestó atención, y él rezó, pero él también peca bastante escuché—talvez Dios iba a condenar su alma pero él reza—de todos modos él es como un negro en celo, eso es ese negro, inocente o no, él piensa que porque le gustan las jovencitas y pudo librarse de esto y aquello, él es el hombre—pero se le terminó la suerte— es ¡¡tan suertudo que nadie le ha sacado el corazón antes, o sacado ya sabes qué!!”
“Entonces, ¿qué tiene que ver eso conmigo?”, preguntó Josh.
“¡Dios ha escuchado las plegarias de ese negro!”, exclamó Amos, y miraba a Ashley cuando dijo eso, como si Ashley podría meter a Josh en la cárcel si él se ponía ardiente con ella, como ese preso, y ella con él; eso, Amos estaba insinuando.
“Pero, ¿qué tiene que ver eso conmigo Amos?”, preguntó Josh de nuevo.
“Tú simplemente no entiendes Josh, Dios, Él terminó entregándolo al diablo, y blanco o negro—no importa la diferencia de color—violación, es violación, incluso si tú eres amarillo, alto o bajo, gordo o delgado, no importa, el hombre no juega con una jovencita, porque le guste o no, ellas lo llaman violación, cuando Dios ve a un pecador como ese, Él busca al diablo y le dice: ‘pueden tenerlo, él ya no es bueno, de todas formas, no voy a perder mi tiempo buscando un lugar para él acá en mi cielo’, eso es lo que Él piensa”.
“De la forma que veo”, dijo Ashley, “de todas formas a Dios no le importa nada el negro”.
“¿Por qué dices eso chica?”, preguntó Amos, “Creo que rezaré por ti, no cuesta nada”.
“¿Tú crees que eso ayudará?”, comentó Ashley (y se rió entre dientes).
“El rezo nunca ha hecho daño a nadie”, dijo Amos.
“¿Tú piensas que la fe me mantendrá libre? Lo puso a él en la cárcel por cinco años, si él era inocente; de todas formas, pienso que alguien mintió bien en su testimonio”, dijo Ashley.
“¡Amen!, ¡Amen!” dijo Josh, “creo que todos nos olvidamos cómo reír”. (Y todos rieron entre dientes un poco).
Jordon estaba a punto de declamar uno de sus poemas (que Ashley se lo había escrito, para la posteridad) —él era una clase de poeta aficionado y una noche, mientras descansaba en su catre en la parte trasera de la tienda, él se memorizó este poema; él ahora está declamando este poema a su compañía en el porche (y Amos, él está todo molido por tanto hablar)
Sonidos de Ozark en la Noche
Por Jordon Jefferson
Trabajo en esta tienda en Ozark
Mirando a sus puertas de madera
Sus paredes y chimenea gruesa de ladrillo
Su techo y vigas, a su improvisada cama
Mientras los sabuesos y borrachos
Aúllan, toda la larga noche, gimen y gruñen,
Como si estarían muriéndose…
Un poco abajo del camino, hay un establo
Oigo a los caballos llorar y gemir
El lugar se llama “Yankcavick’s”
Estoy soñando que estoy de vuelta—con mi papá,
Con mi hermano Silas también,
En esa vieja plantación de algodón
De nuevo, tocando el banjo, y bebiendo
Whisky de maíz molido, de la destilería
De Granny Mae, cantando canciones
Todo el camino allá en Alabama
Mientras mi anciano padre Josh, sigue bebiendo
Y pensando, en la pesca de mañana.
Poema #: 2640 17-Junio-2009
Los muchachos en el porche no oyeron al señor Hobby.
“Condenados negros se sientan todo el largo día haciendo lo menos que pueden”, dijo J.R. Ritt entrando en la casa, y el señor Hobby detrás suyo, al costado del señor Hobby, Otis del bar, y detrás de él, Yancy el dueño del establo, detrás suyo, Sally Ann Abernathy (una muchacha rubia de alrededor de cuarenta y cinco años, un ratón de biblioteca como dicen, con un cuerpo saludable, y ojos en el dólar), la profesora, que enseñaba en lo que solía ser un viejo granero al extremo de la ciudad, convertido en un salón de clases (o un salón para el colegio, era sólo un cuarto grande, eso era todo lo que era en un tiempo), y ahora pintado de rojo y blanco, con un campanario construido con una campana que podía ser tocada con una soga que se extendía desde la campana hasta el nivel del piso. Tres ventanas habían sido construidas al costado del viejo granero, y los alféizares pintados de blanco, y había una chimenea construida en la parte trasera del colegio para las clases en invierno. Aunque ella no era muy femenina, el viejo Ritt estaba loco por ella (y casi todos pensaban que él era quien puso todo ese dinero para modernizar el viejo granero, haciendo de éste un colegio). Y ella era la última en entrar en el recinto.
(Cuando Hightower estaba alrededor, y él no lo estaba tanto esos últimos meses, semanas y días antes del final de la Guerra Civil—si no, él estaría esperando por otra bebida en el bar de Otis, en Ozark)(Pero si él estaba en la plantación, él estaría chequeando las cosas, esperando. Él era el primero en ver a Josh descansando, simulando estar ocupado cerca de su cabaña, o parado delante del granero frente a las puertas cerradas, o al cerco, o excusado; tenías menos probabilidades de verlo si, o mejor dicho, cuando cruzaba los campos hacia el arroyuelo Ganso que le gustaba tanto. Charles conocía a Josh Jefferson también, tanto como una persona blanca conocía, o podía conocer, a una persona negra, esto es a un esclavo; pero su mente estaba preocupada en estos días, y los días de esclavitud habían casi terminado)
Por lo tanto, en medio de ellos—descansando en la suite o en el pequeño cuarto oficial de la Mansión de Hightower de alguna forma magníficamente decorada con una cuantas piezas de arte que una vez entretuvieron al Gobernador del Estado: un sillón cubierto con una tela verde fina, una tapicería de Bélgica, con un antiguo diseño de Jesuralén, un gran reloj de pie hecho de roble—Charles había puesto el sacacorchos en una botella de vino, luego lo enroscó profundamente en el cuello de la botella y fácilmente jaló el corcho, abriendo la botella, dudó por un momento, luego tiró el sacacorchos a su costado, algo de vino salpicó en la alfombra debajo de él y con un vaso de vino en sus manos todos ellos brindaron por un buen año, una buena cosecha, luego continuaron hablando (Charles regañó a Granny Mae por no limpiar el salpicón suficientemente rápido, o por no recoger el sacacorchos) se pusieron a hablar un poco más, esta vez sobre los negros y la plantación de algodón de los años siguientes, y acerca de los muchachos Ritt en Harvard, y se rieron entre ellos, hablaron entre ellos sobre el final de la guerra y tener que hacer contratos de aparcería en lugar de la esclavitud. Y Ritt, a quien le gustaba hablar y podría hablar hasta hacer dormir a una persona, o gastarla en pedacitos, recordó a todos los que le debían dinero, por la compra de esclavos en el pasado, que no deberían olvidar de pagar la cuenta. Ellos hablaron hasta que sus voces se pusieron roncas, partidas, secas, mientras Granny Mae volvía a la cocina.
Afuera, por la cabaña de Josh, Ashley había susurrado, “¿dónde está el oro?”. Josh susurró en respuesta, “Con el tiempo te lo diré, pero no en este segundo”.
“¿Cuándo entonces?”, ella preguntó.
Se estaba volviendo más claro—con el tiempo—más obvio a través de los días, con los pocos romances que Ashley había tenido en el pasado y el efecto que ahora ella estaba teniendo con los hombres, era cada vez más evidente para ella, que los hombres casi siempre se regalaban. ‘Ellos son torpes e infantiles, francamente toscos acerca de estas cosas’ ella concluyó. Ella había llegado a la conclusión que ella casi podía leer sus mentes, mucho antes de que dijeran una palabra—a un kilómetro de distancia dirías. Y para ser perfectamente honesto, a ella le gustaba ese poder, le venía bien, y venía bien a sus planes.
“¿Cuándo entonces?”, ella repitió para sí.
“Cuando lleguemos a un acuerdo el uno con el otro”, comentó Josh, añadiendo, “la última vez que confié en alguien, me robaron mi pescado”, y él miró hacia Todd. “Considero que la mejor cosa para hacer es tirar esta vieja llanta sobre la cabeza de Todd, y ver si alguna vez va a robar de nuevo” Todd mantenía a Josh dentro de su vista, sabiendo que él estaba pensando algo para vengarse de él; Josh había tirado el cortador de cuerdas al costado y se había levantado, él era un hombre grande, altísimo sobre la pequeña Ashley por varios pies, y sobre Todd por un pie y medio.
“Todd”, dijo Josh en voz alta—con una voz ronca, “voy a cortarte en pedazos, como lo hacen con la madera allá en el aserradero por el Riachuelo Grande y enviarte flotando por el río Chattahoochee por comerte mi pescado, además eran unos pescados muy deliciosos; me tomó toda la mañana pescarlos en el riachuelo Ganso, ese bagre azul, y ese bagre cabeza plana, uno tan grande como mi brazo, y tan largo como tu nariz (y él rió), lo cogí escondido en un tronco, y ese azul, estaba comiendo una rana, y lo agarré con mis manos desnudas justo como voy a hacer con tu cuello flaco (y él rió de nuevo), y yo conozco sus secretos, es por eso que los pesco a todos, ustedes negros que van al Riachuelo Oso, o al Riachuelo Castor, o al Río Rápido no cogen ni una cosa condenada, nada que valga de todos modos, yo uso huesos de pollo y jabón—terminé encontrando su receta—me tomó todos estos años, pero averigüé su receta, y yo miro en las aguas turbias, encuentro la corriente suave y lo fundamental—o un fondo arenoso y bonito en el riachuelo, y luego traigo mi palo de bambú o mi palo de pino—todo dependiendo en qué siento por el pez, porque tengo dos palos para pescar, y como un relámpago los jalo, como con los pecadores lo hace el predicador en el barrio, cerca de Ozark, ese joven predicador—Reverendo Hickman hijo, quien usa esas grandes palabras, que nunca nadie escuchó, o nadie puede entender, pero él obtiene su pescado—justo como yo obtuve mi pescado, él los pesca con su anzuelo y los jala a través de esas puertas porque él mismo es un pez guapo, no feo como el bagre cabeza plana, y tú vienes y te llevas mi pescado como si te perteneciera, mejor todos ustedes recen lo más rápido que puedan—y no va a haber ningún predicador que pueda ayudarte ahora, sólo el Buen Señor, y pienso que Él sabe que estoy cansado de ti, sólo espero que Él esté durmiendo, porque voy a pescar un pez rápidamente. ¡Ese azul, debió pesar cerca de cinco kilos, nadie se pasa de vivo con mi pescado!”
Nadie sabía lo que Todd estaba pensando, él había estirado su cuello sobre el porche para escuchar lo que Josh estaba diciendo, mirándolo curiosamente de vez en cuando, pero calculo que él no se quedó por mucho tiempo después de eso para explicar a Josh algo que tenía en su mente, o decirle que lo sentía. Toby sólo decía, “no soy un pecador Josh, sólo comí uno—ese grande del que tanto hablas—sí era un pescado excelente, pero no lo robé de ti, no señor, no hice eso”. Y Josh aceptó eso como tener una conciencia clara, y él hubiera hecho lo mismo si Silas hubiera robado un pescado de Toby—y él hubiera comido el pescado que Silas le hubiera dado, que lo hubiera hecho—y él no hubiera hecho nada para ayudar a Silas como Toby que no levantó su voz o su mano, o un dedo para salvar a Todd. Lo que estaba mal estaba mal.
Y luego Josh agarró la jarra y tomó un gran trago, y empezó a hablar del tiempo en que él y Guisante Dulce, su ex esposa, estaban en el pantano cogiendo moras, cerca al crepúsculo, cuando llegaron a un viejo camino; entonces Josh miró a Silas, y Silas dijo, “¿Qué acerca de eso papá?”
“Miré aquí y allá”, dijo Josh, mirando ahora a Silas y Toby, “¿Qué es eso? le pregunté a Guisante Dulce, y ella es una clase de negra que le gusta un tanto alardear, y por eso ella me dijo, ‘no es nada’, y daba lo mismo si ella sabía o no, ella se armó de valor y pateó, pensando que era un tronco podrido, pero yo no podía decirlo, y ese tronco era un caimán que terminó agarrándole el vestido—y ella estaba en cueros—y yo tenía que ensillarlo como un caballo, y le dije a ella ‘ese cuchillo, dame ese cuchillo que uso para pescar’ y calculé que podía tener éxito con éste, y una vez que obtuve ese cuchillo era muy tarde para el caimán, me monté en éste y le clavé ese cuchillo, como cortando mantequilla, alrededor de su cuello y sus ojos y debajo de sus patas, y dije: ‘Señor, no dejes que el caimán me muerda’ y éste estuvo contento de volver a su casa, a su esquina en el pantano”.
“¡Sí que tienes suerte de haber tenido ese cuchillo!”, dijo Toby.
“Calculo que alguna gente piense que es suerte, pero salve a la mamá de los muchachos”, dijo Josh, mirando a Silas.
“Tú no estás mejor por salvarla a ella”, dijo Silas.
“¿Qué te hace decir eso?”, preguntó Josh.
“¡Tú nunca supiste qué pensamientos tenía ella, porque ella repentinamente te abandonó papá!”.
“Eso es cierto, y no importa mucho, pensé que sabía bastante sobre mujeres en ese entonces, y no sabía nada. Si señor, no sabía nada de las mujeres que encontré”.
“¿Quieres más whisky de maíz Ashley?”, preguntó Silas.
“No, no quiero saber nada con esa clase de cosas Silas”, dijo Ashley, “si mamá alguna vez me encuentra bebiendo seré arrojada al igual que ese caimán”, y todos rieron. Pero realmente ese no era el caso, ella sólo quería estar sobria, ella tenía planes.
Después de beber bastante whisky, en varios vasitos metálicos, Silas cogió la jarra para llevarla a la esquina del porche, y lo puso donde lo encontró.
Capítulo Cinco al Siete
Traducción al español omitida
Capítulo Ocho
Molly Benton y Ashley Walsh
Ella tenía un plan…
Ashley era muy parecida a su madre Granny Mae Walsh, en comportamiento, no en apariencia; si conocías a ambas (y a Granny desde su juventud), no había equivocación. Granny Mae le había dicho a Ashley que Molly Benton era la chica de Josh (tal vez pensando que ella estaba interesada en Josh, enamorada), o al menos Josh aparentaba que lo era. Molly, una prostituta madura de Fayetteville, Carolina del Norte, se había mudado a su pequeña cabaña de madera hacía algunos años, después de convertirse en esclava libre debido a una ocurrencia con la familia Abernathy quien le había pagado para mudarse y mantenerse callada sobre su caso, y con el dinero que tenía, ella hizo justo eso. Era bonita y una mujer completa, además, menor que Josh por veinte años más o menos, a él le gustaba ella, y dirías, que a Silas también (y además a algunos soldados confederados que solían visitar su departamento en Fayetteville antes de que dejara esa ciudad, soldados que su amante blanco, de apellido Abernathy, nunca lo supo), quien tenía treinta y tantos años y Molly, más de cuarenta.
Ella no quería casarse con nadie, o tener alguien a su lado, sólo quería tenerlos corriendo detrás suyo, por temor a que después de casados se llevaran lo poco que tenía, a pesar de que ella tenía mucho más dinero que otros negros, además, papeles para decir que era una mujer libre, ya no una esclava; y en el momento—este inmediato momento—Josh no estaba interesado en Molly, más bien en Ashley, la joven señorita (y Ashley tenía un plan, y sólo estaba interesada en Josh por intereses personales, no por otras razones, desconocidas a la madre de Ashley, por supuesto, y este plan debía ser implementado ahora, la guerra había terminado, y se acercaba el final del mes de mayo)).
Josh no sabía qué le pasaba, excepto de que ella era muy joven para él, aunque no tan joven para entender las cosas que ella quería en la vida, y cómo conseguirlas. Josh tenía algo que ella quería, y él lo sabía; él sabía también que sí le decía a ella dónde estaban las monedas de oro, de alguna forma él sería sacado del cuadro, probablemente fuera del cuadro totalmente, realmente sólo había suficiente oro para una persona, para empezar una nueva vida; consecuentemente, una vez dicho, perdería la oportunidad para siempre, ya no estaría allí, la decisión a tomar para permanecer en la plantación sería hecha por él, es decir, si él no actuaba en obtener las monedas antes que ella, sería una carrera contra el tiempo.
Josh estaba solo en la oscuridad de su cabaña con las puertas cerradas, pensando en Ashley, mientras que Silas estaba trabajando en el granero, Emma y Ela estaban en la casa, y Jordon en la ciudad trabajando en la tienda. Y allí pareció entrar en su cuerpo un angustioso sentimiento de estrangulación, Josh pensó que esto tenía algo que ver con sus pensamientos, no con las partes de su cuerpo, éste era un sentimiento natural por supuesto, la verdad era que Ashley tenía más sentido común que su madre, nadie conocía al hombre que la engendró, pero se alegaba en las filas negras de Ozark, y en el barrio de cabañas y sus alrededores, que tal vez era el anciano Shep Hightower: él era listo y astuto, ella habría heredado su carácter, Josh pensó, y heredó su espíritu de igual manera, porque a medida que pasaba el tiempo, Ashley se volvía más valiente, como este día que pasó, y gradualmente más impertérrita del mundo a su alrededor. Ella tenía algo que él quería, y ella quería algo a cambio, y pareciera que ella estaba dispuesta a intercambiarlo, a cualquier costo—incluso si tenía que vender su alma—. El pensamiento del oro la había inquietado, y ella se estaba volviendo la supuesta vendedora embaucadora, Josh evocaba. La libertad se había asentado, pero no había libertad si tenías que morir de hambre para hacer uso o para mantenerlo. El hombre blanco todavía tenía su dominio en el sur, le gustara o no, como un buldog a su hueso con mucha carne. El polvoriento dominio negro estaba todavía allí; Josh se paró, se empujó erecto de la mesa y caminó hacia afuera de la puerta, lentamente a través del patio, mirando a las muchas cabañas viejas, y sabiendo que el anciano estaría en la última, él tendría cien años o más, todos lo llamaban ‘El Fantasma’.
Él caminó sigilosamente, y luego vio a Ashley: “¿Qué estaría haciendo ella ahí?” él se preguntó.
A mitad del camino ella lo llamó, moviendo ambas manos, Josh caminando sigilosamente hacia ella la alcanzó. “¡Shhh!”, ella dijo, “el anciano está durmiendo, le traje unas sandías, ricas y frescas en un día como éste, no puede sentirse nada mejor”.
Josh la miraba extrañamente, y Ashley afirmó, “no te mentí sobre el anciano”, dijo ella. “Anda, pregúntale a él”. Luego ella susurró algo, y preguntó, “¿Escuchaste lo que dije?” (Tratando de cambiar el tema que involucraba al anciano Fantasma).
“¿Dijiste qué?” dijo Josh.
“Cuando tú te vistes los domingos y te afeitas, yo te miro y digo: seguro que Josh es un buen mozo. Tú eres el hombre más guapo que alguna vez he visto”.
“¿Tú lo crees Ashley?” remarcó Josh.
“Seguro que lo eres. Calculo que la razón del porqué es porque generalmente luces tan sabio”.
“¿Qué dice tu mamá?”, preguntó Josh.
“Ella no dice nada, pero claro, ella tenía una mirada como si alguien le hubiera ofuscado la mente”.
Josh escupió algo de tabaco mojado a su lado izquierdo, limpió su boca y su barbilla con la manga de su camisa.
“¿Cómo es que sabes que soy tan bonita como dices que soy Josh?” preguntó Ashley, “digo, ¿Qué te hace pensarlo? ¿Cómo puedes estar seguro?, digo, nunca me has visto desvestida, desnuda, ¿No tienes que estar seguro que soy tan bonita en todo como piensas que talvez lo sea? Quiero decir que talvez tú cambies de opinión si me ves sin nada en absoluto, ¿no es cierto?”.
Josh estaba un poco confundido sobre esa afirmación larga, luego ella dijo, “yo te mostraré”.
Ella, delante de él, se levantó el vestido tan alto que éste llegaba a su cuello, su cuerpo ahora desnudo relucía como el mármol en los rayos parpadeantes del sol que se escondía, Josh estaba casi mudo ante su vista, él miró de reojo a sus piernas fuertes y a sus jóvenes pechos plenamente desarrollados. Luego más rápido de que ella se hubiera expuesto, bajó sus vestidos sobre sus caderas…
Josh pensó mientras estaba allí: —no hay nadie en Ozark, o en el barrio de cabañas, que haya visto alguna vez a alguien más bonita que ella de pies a cabeza.
“Bien”, Ashley remarcó—sus ojos eran grandes como el de un búho, y ella cogió su mano (mientras se alejaban del camino, manteniéndose cuidadosamente fuera de la vista de alguien))—, “estoy feliz que pienses que soy bonita de pies a cabeza ahora”, ella comentó, y Josh movió su cabeza fervorosamente, “eso es todo lo que quería para estar segura”, él la oyó decir como si su voz fuera un eco en la distancia, y como si su mente estaba en una cueva profunda respondiendo, mientras ellos continuaban regresando hacia el follaje alto. “No te lo dije…” y ella se calló, y fueron dentro de los pastizales y allí se tiraron, y él, Josh, se entusiasmó, y ella preguntó, “¿Me dirás ahora dónde está el oro?”
Hasta este momento, ellos estaban en la maleza, escondidos de la casa y del descampado, parte del junco no había sido cortado para la labranza todavía, y su conciencia empezó a fastidiarlo, pero no parecía fastidiarla a ella en absoluto, y él pensó: ‘…deja que me moleste temporalmente, puedo sobrellevarlo ya más tarde pediré perdón…’ él estaba hambriento por la pequeña tempestad, incluso si todo enfermaba su alma, su cuerpo rugía por ir—y de alguna manera el diablo había zigzagueado su camino, y Josh simplemente no le prestó atención.
A veces él y Molly podían hacerlo en unos minutos, y otras veces esto tomaba horas, y a veces días, y él sólo esperaba que no fueran días esta noche que se acercaba antes de que estuviera satisfecho, y él tenía que hacer lo que iba a hacer, lo que ella quería que él hiciera, antes de que Dios lo castigara, de otra forma no hacerlo en absoluto, y tener que pensar sobre esto toda la semana siguiente. Y ella sabía que si no cooperaba, el oro se desvanecería, si no lo había hecho ya, pero sabiendo que el señor Charles Hightower había muerto ya (y algo repentinamente), las oportunidades eran de que aún estaba disponible para el botín...
Había ahora un silencio de muerte, un silencio tenebroso en los pastizales, mientras él, tirado podía ver el techo de la mansión y el porche de su cabaña. “¡Oye!” ella dijo, “¡no estabas tan falto de práctica como pensé!” Luego él se paró de un salto y la dejó allí sentada, poniéndose su pulóver sin mangas. Por un momento Silas vio a Josh desde el granero, y luego vio a Ashley parándose y caminando hacia el lado opuesto, a la plantación de los Smiley. Silas dejó de trabajar y esperó por Josh para luego alcanzarlo. Con manos extendidas se saludaron uno al otro, no había resentimientos.
“No sé qué me hizo hacer lo que hice hijo, pero lo hice”, dijo Josh.
“Bien, papá”, dijo Silas, “Hablaré abiertamente y diré lo que tengo que decir, y hay una cosa que siempre he dicho: hay cosas en que un hombre no puede ser culpado con justicia, cuando se trata de mujeres y virilidad, por eso no te perturbes sobre algo que está por esfumarse, total no es más dañina que la mordedura de un pez bagre.
“Aunque preferiría mucho más haber sido mordido por uno de esos bagres bocones”, respondió Josh, “de todas formas hijo, es inútil decir algo más, ¡porque tú podrías adivinar más rápido de lo que yo podría decirlo…! Y para ser sincero sobre esto, se necesitan dos para montar un sube y baja por eso ella es tan culpable como yo, y pienso que si tú me hubieras pedido que no entrase en esos pastizales con ella, hubiera estado tan sordo como un poste”.
“Bien ¡guardémoslo entre nosotros papá! Me he dado cuenta que ella terminó escabulléndose inmediatamente después”, dijo Silas, parado, mirando las expresiones en el rostro de su padre que era como la de una paloma de ojos saltones.
Josh se secó la cara con un pañuelo.
“Y ésta es la verdadera parte problemática—terminé diciéndole a ella dónde estaban escondidas las monedas de oro del señor Hightower”.
“¿Qué monedas de oro?” preguntó Silas. (Justo entonces varios pajarillos pecho amarillo—que parecían como gorriones, volaron por allí—escondiéndose entre los cercanos árboles de sauce, cedro y china veri).
“Espero que ella no chismee”, dijo Josh, “las mujeres pueden ser como un tornado en un camino espinoso con sus chismes, ¡si sabes a lo que me refiero!”
“Tú sólo eres un hombre papá”, dijo Silas, “la vieja serpiente tuvo su tiempo con ambos”, y ellos se rieron (Silas sabía que era mejor no preguntar más sobre las monedas de oro).
“El Buen Señor está en contra de estas cosas”, dijo Josh, “tengo que preocuparme yo mismo sobre la vida eterna, ahora tengo que estar bien con el Señor y confesar mis pecados. He hecho mal y Jesús no presta mucha atención a los pecadores que siguen cometiendo el mismo pecado, de nuevo y de nuevo, como lo hago con Molly y tú sabes quien más ahora”.
“Demontre”, dijo Silas, “tú dices eso cada vez que vuelves del riachuelo Ganso después de visitar a Molly, pero nunca dejas de acercarte a ella, sólo paras pidiéndole al Señor que te perdone”.
“Calculo que tienes razón hijo; vamos a tomar algo del whisky que tengo escondido bajo el porche así podré tirarme y pensar algo sobre esto”.
“Hueles como si ya tuviste un buen trago de whisky, papá”.
Ambos empezaron a caminar a lo largo del granero hacia la cabaña, Silas cruzó su brazo sobre el hombro de su padre, a pesar de que tenía que levantarlo unos treinta centímetros para hacerlo, “calculo que las mujeres también tienen hambre”, él dijo.
Josh se sentó en su silla mecedora en el porche, agarrándose del marco de la puerta con ambas manos, él se sentó balanceándose hacia atrás y adelante, meciéndose y meciéndose, y tarareando un viejo himno de la iglesia.
Capítulo Nueve
Oro, Fuego y el Fantasma
“Te olvidaste por completo de ver a Molly, eso parece”, le dijo Silas a Josh la mañana siguiente (Josh se paseaba repetidamente de un lado a otro en el cuarto principal de su cabaña, que era su único cuarto, aparte de una despensa, atravesando una docena de veces desde su ventana hacia la mesa y luego hacia la puerta, por una hora aproximadamente).
“Ella ha estado preguntando por ti, papá”. Josh se paró de un salto de su silla, por la mesa, y apresuradamente fue a la puerta donde Silas estaba parado, y le dijo, “Has estado hablando con Molly…” apretándolo por el brazo y jalándolo dentro de la cabaña, casi arrastrándolo.
“Papá, no deberías estar haciendo esto”, dijo Silas.
Josh lo miró en la cara, le suplicó bastante convenciéndolo de no decirle a Molly lo que hizo, por temor a que ella repentinamente lo abandonara, si ella se enteraba”.
“No dije nada y no tengo intenciones papá, no te inquietes sobre esto”, dijo Silas retorciendo su brazo, tratando de zafarse del apretón de Josh.
“He estado rezando al Señor sobre este asunto con Ashley”, Josh comentó. Silas soltó una risita ahogada.
“No hay nada de qué reírse sobre un rezo”, dijo Josh seriamente, “todos tenemos que rezar en algún momento, aún tú Silas”.
“Considero eso papá, pero tú hiciste mal, no yo”, dijo Silas. Josh puso sus brazos alrededor de los hombros de Silas, “talvez ambos debamos rezar hijo”.
“¡Ha! Tengo que trabajar papá, no tengo tiempo para rezar ahora, y tengo que hacer tu trabajo así como el mío”.
“Sé que tú quisieras que rece por ti, por eso rezaré por ambos”, dijo Josh.
Josh no bajó a ver a Molly, él estaba cansado y quería descansar; tampoco bajó al riachuelo Ganso para pescar, o a los campos para ver a su hijo Silas. Mientras tanto, Ashley tenía en mente algunos planes muy desarrollados; la verdad es que ya estaban calculados, sólo para ser implementados. Y eso ahora estaba en proceso.
Había resultado para ella, que un pensamiento la conducía al siguiente, y cuanto más Ashley pensaba sobre lo que tenía que hacer más fácil se volvía hacerlo, y esperar por el tiempo correcto no estaba en sus planes, hoy día era tan bueno como mañana para ella, y el señor Hightower estaba muerto, Ela y Emma estaban visitando a los Smiley (pero incluso en el mejor caso éste era un buen momento hasta el amanecer cuando ella tenía intenciones de marcharse, o talvez incluso esta noche si todas las cosas funcionaban según su plan, ella estaba en una especie de pensamiento oscuro, superando sus nervios, dentro de su cabeza el timbre listo para tocar la luz verde. Ella iba a saltar en algo que alguna vez pareció imposible y que ahora estaba al frente—alcanzable y disponible, entonces por qué no tratar de alcanzar esto lo más pronto posible antes de que la oportunidad desapareciera—con esto pensamientos ella inundaba cada pulgada de su mente, y ahora el hacerlo era su siguiente paso, y esto involucraba ahora un poco de brutalidad) Dirías que las cosas avanzaban de una manera fácil, talvez demasiado fácil, y para Ashley, mejor todavía. Para su corto tiempo de vida, era ahora.
Josh se había quedado dormido en un catre por la ventana—de hecho él había rezado duro y bastante, y había bebido tanto whisky que se había quedado profundamente dormido—similar a un oso hibernando; Ashley había entrado sigilosamente, de puntillas, dentro de la cabaña de Josh, para ver su cuarto ((era como si ella sabía que él caería en un sueño profundo, talvez ella puso algo en su jarra, quién puede decirlo, pero ella podría haber recordado la historia que Josh le contara anteriormente, la que tomó lugar en Nueva Orleáns, cuando Josh cayó enfermo y amarillento, después cuando despertó encontró que todo su dinero había desaparecido, y talvez El Fantasma tenía una fórmula justo para esa clase de sueño)(los rumores decían que allá en los tempranos años, cuando El Fantasma era más joven, él iba a los matorrales—los densos árboles y arbustos altos detrás de su cabaña—haciendo recetas para hechizos mágicos y pociones, como vudú, etc.)). Y luego ella fue bajó por el camino que conducía a la cabaña del Fantasma. El anciano, estaba listo en su cabaña, teniendo un trabajo que hacer.
En el curso de la siguiente hora, Ashley había llegado al dormitorio del Sr. Charles T. Hightower, retiró la alfombra que estaba sobre la tabla que escondía las monedas de oro, jaló la tabla, su única intención era tenerlas todas—excepto una. Su madre, en la cocina, ignoraba lo que estaba pasando; si ella hubiera sabido, hubiera tratado de detenerla, o tratado de unirse a su hija para ir a Nueva Orleáns con ella, y en cualquier caso, Ashley no hubiera querido eso. Y después de contar las treinta y tantas piezas de oro de veinte dólares, las envolvió en una funda de almohada, y regresó a la cabaña del anciano, tarea consumada, y tiró una pieza de veinte dólares en su mesa, su pensamiento era ahora diferente y por siempre lo sería: Ashley con las piezas de oro en la mano ahora, la posibilidad de ir a Nueva Orleáns y tener mucha ropa nueva la hacía exuberantemente feliz. Ella se dijo—saliendo afuera detrás de la cabaña del Fantasma, contando las monedas de oro por segunda vez— “no hay tiempo que perder, los mejores años de una mujer es el tramo más corto en su vida”, eso ella recordó decir a la prima de Amos, Fanny Lue Jackson, la única profesora negra en las inmediaciones de Ozark. Consecuentemente, ella volvió a amarrar la almohada con las monedas de oro dentro de ésta, no se despidió de nadie, ella simplemente se fue, sólo así, repentinamente, dispuesta a encontrar su orientación a Nueva Orleáns contra viento y marea, ella era una mujer libre, como lo era ahora cada hombre o mujer negro en Norteamérica. Y ella no tendría que permanecer oculta, porque nadie sabía que fue ella, y para el tiempo en que la Sra. Hightower descubriera que las piezas de oro habían desaparecido, ella ya estaría lejos. ¿Y quién podría decir si ella sabía que estaban allí en primer lugar? De una forma u otra, no importaba. Para ella, no era ningún pecado tomar de las personas que la habían esclavizado a ella y a su madre toda su vida y hacerla trabajar por nada, Ashley lo consideraba como castigo, con un tributo. Ella llegó al mundo como una esclava, y no era esa la forma en que se iba.
Josh todavía estaba durmiendo, y no era muy tarde para hacer lo que había que hacer, Josh era el único que podía señalarla, o el Fantasma, si las autoridades preguntaban, pero de todos modos, nadie creería al viejo Fantasma, además él era parte del ardid, y él apenas podía caminar para hacer lo que necesitaba, por lo que parecería a las autoridades—si llegase a una investigación—que no era él. Pero él todavía podía caminar, con dificultad, a la parte trasera de la casa, tomar algunos algodones secos de las cosechas de los años pasados (que fueron dejados por Ashley para él detrás de la cabaña de Josh) junto con algunas maderas de roble secas—halladas cerca, en la densa maleza, por las últimas cabañas—y con una lámpara encendida, prender fuego, esperando que ardiera suficientemente rápido para que la casa se derrumbara encima de Josh—mientras él estaba durmiendo, en ese estado de hibernación momentáneo—y matarlo.
Parecería como si Dios envió a alguien para asegurarse que la cosecha fuera buena, pero a nadie para vigilar al anciano, llamado el Fantasma. Era la última hora de la tarde, el sol bajaba y el aire era placentero, había una ligera brisa, el anciano encendió el algodón con su lámpara de aceite y caminó con dificultad de regreso a su cabaña, tomó su pieza de oro de la mesa y la escondió debajo de una madera suelta en el piso. La brisa soplaba detrás de la casa, soplaba el algodón que estaba en fuego y ahora a las maderas contra la casa, y parecía que el diablo había cultivado esto perfectamente, las viejas maderas ardieron rápidamente. Las ardientes llamas amarillas, rojas y azules, subieron a las nubes en cuestión de minutos, hacía calor y el fuego crepitaba y explotaba, y las chispas de las maderas en fuego fueron en todas direcciones—como luciérnagas—el lado de la pared se quemó hacia arriba en cuestión de segundos, ardiendo como una serpiente rastrera en el techo en espeleología, y abajo sobre Josh, haciendo virar un montón de madera en todas partes.
Los Smiley vieron el fuego, (como lo hicieron Ela y Emma que estaban de visita) y también Silas, el viejo Fantasma no salió de su cabaña, él sólo se sentó en su silla—que estaba encima de la madera del piso donde la moneda estaba escondida—y allí él se sentó, como si alguien hubiera apagado el interruptor, de una máquina.
Nadie se hubiera imaginado cuán rápido un fuego podría expandirse, si no lo hubieran visto con sus propios ojos—no tomaría mucho tiempo antes que la choza se desmoronara al piso no diferente que un montón de hojas secas de otoño, con Josh dentro, similar a un bulto quemado, encogido como un feto—. Cenizas por todos lados, incluso Molly, que estaba a dos millas de distancia, vino corriendo y para cuando llegó a la plantación de los Hightower, todo estaba consumado, no había mucho más que decir, y nadie notó que el Fantasma o Ashley se habían ido. Calculo que a nadie le importó. Molly lloraba en el hombro de Silas.
“¡Es una gran vergüenza, eso es lo que es, es todo lo que es!” ella gimió y gimió. “¿Por qué le pasó esto a él? ¿Por qué no a otro que merecía morir? (Y ella miró abajo a la fila de chozas hasta la última perteneciente al Fantasma). “Josh era un buen hombre, también, aún cuando siempre estaba riñendo y quejándose, ¿qué voy a hacer ahora?”
Silas puso sus brazos alrededor de Molly y trató de consolarla. Mientras ella continuaba gimiendo y zapateando—más como pisoteando—luego él repentinamente dijo:
“Tú eres bonita Molly, realmente tú no eres muy mayor que yo, y no es muy tarde para cualquiera de nosotros. Cuando te arreglas, con ropa nueva y cosas, tú luces tan bonita como cualquiera, siempre lo haces Molly, por eso no te sientas mal. Sólo que no entiendo por qué papá no se despertó”.
La cara de Molly había cambiado de desesperación a una ligera sonrisa en ésta.
“¿Realmente tú piensas que todavía soy bonita a mi edad?” preguntó Molly.
“Desde luego, Molly” Silas le aseguró, “hay muchas mujeres más jóvenes que tú, que no lucen tan bien como tú”.
“¿Y mi figura?” ella preguntó placenteramente.
Silas miró bien a la llorosa Molly, olió su fragancia, la miró de abajo a arriba, ella tenía pequeñas manos regordetas, y algunos rollitos aquí y allá, pero nada demoledor, luego palmeó a Molly en sus hombros, “¡Cuando te arreglas eres fenomenal!” él dijo. Cuando finalmente Molly dejó de llorar, se volvió tranquilamente con una sonrisa de gozo en su rechoncha cara redonda, con la mano y brazo de Silas alrededor de su cintura mientras ella apenas suspirando, en la cada vez más oscura noche, movió sus manos debajo de sus pesados pechos, empujándolos hacia arriba.
((Molly tenía una larga historia, y raras veces en su juventud ella tuvo problemas en encontrar a un hombre, tampoco fijó límites entre un hombre casado y uno soltero cuando se trataba de compañía o un entretenimiento nocturno, o algunas necesidades básicas que ella necesitaba en casa. Si ella podía salirse con la suya—y ella, frecuentemente, se salía con la suya con los hombres—ella siempre tendría a un hombre de repuesto esperando en las sombras, ella verdaderamente no había cambiado, simplemente había entrado a una zona de comodidad con Josh y la mayoría de las mujeres en el barrio de cabañas estaban felices que ella encontrara a Josh, por temor a que ella mirara a sus esposos y los engatusara a romper la Ley de Moisés. Era mucha suerte, eso es lo que ellos lo llamaban. Algunas mujeres eran directas sobre los rumores del pasado de Molly hasta que Josh se convirtió en su amante, luego del cual todas ellas se callaron por temor a que Josh las apedreara) (A veces a Molly le gustaba su vino, talvez esa era una de las razones por la que ella permanecía mucho tiempo sola, Josh nunca supo mucho acerca de sus malos hábito, nadie supo nada en absoluto acerca de su tendencia a beber vino en exceso, y parecía que Silas lo iba a descubrir más temprano que tarde, la muerte de Josh ahora agotaría su cartera; de vez en cuando ella no comía simplemente porque compraba dos o tres galones de vino por semana. Josh a veces compraba uno de esos galones para ella, sin pensarlo dos veces, sin enterarse nunca de los otros dos. Y por un momento allí estaba ella completamente incómoda sin saber cómo iba a pagar por el galón extra o talvez por los dos. Pero con la presencia de Silas, y ahora la guerra terminada, y él diciendo lo que había acabado de decir, la costumbre que ella había adquirido, estaba aparentemente segura)).
La única cosa que quedaba para ser vista de la vieja cabaña era la destartalada chimenea que estaba quemada—totalmente quemada—, el crepúsculo era lo único que esbozó su apariencia como un cuerno.
Esa noche después que Silas y Jordon enterraran a su papá, Silas fue a la casa de Molly para consolarla, y él terminaría viviendo allí. Jordon después de haber dado su elegía a su papá nunca más volvió a la Plantación de los Hightower, él se quedó en Ozark trabajando en la tienda, viviendo en la parte trasera de la tienda y durmiendo en ese mismo viejo catre, el mismo que tuvo por años. Los escarabajos de algodón, las malas hierbas y plagas de algodón destruyeron la cosecha de algodón, y Ela y Emma fueron abandonadas solas en su mansión, como dos solteronas. Y así, comenzó la era de reconstrucción del Sur. Respecto a Ashley— era como si a ella todo le hubiera salido bien—; ella llegó a Nueva Orleáns; y sobre Granny Mae nunca se supo más de ella, a pesar de que los rumores decían que le iba bien, que estaba en sociedad con alguien en un burdel.
Elegía para Josh
Por Jordon Jefferson
Dormido en esa vieja mecedora,
Con el ruiseñor cantando arriba suyo,
Libre del mundo de abajo,
El viejo Josh está muerto y enterrado;
Él está en paz, durmiendo y libre,
Nació un niño, un esclavo más;
Guiado por la conciencia,
Amado por aquellos que él amó—
De los algodonales de la tierra
A la mansión en el cielo.
Y la túnica blanca de Jesús
Y la máscara negra del tiempo—
Sí, o sí, en los brazos de Dios él está,
Sus pecados le fueron perdonados,
Pagados en total arrepentimiento.
Cantar al alma que está en paz.
(#1686 7-Febrero-2007)
Copyright, 2011 D.L. Siluk
Fin del Libro “El Profundo Sur”